Joan Barril dedica hoy en la sección de opinión de El Periódico unas palabras a esta paradoja llamada crisis financiera mundial. “Cuando los mercados bajan los bancos se blindan, las empresas cierran y la gente va al paro. Eso pasa en el primer mundo. En el tercer mundo, donde la vida transcurre lejos de los bancos, los precios de los alimentos suben y las cosechas se pudren en los campos. Todo porque la bolsa se desploma. Hay motivos para querer saber quiénes son los responsables. O mejor dicho: ¿cuántos son los que acuden a los mercados financieros? No me refiero a esos curiosos obreros del dinero con americanas de colores que pululan por el parquet. Se trata de saber cuántos son los que mueven esas fluctuaciones: ¿Mil personas? ¿Dos mil? Nunca tan pocos hicieron sufrir a tanta gente.”
Como dice Barril, el mundo entero está a los pies de esas mil o dos mil personas, y, a causa de la crisis la comunidad internacional regatea aún más los fondos para combatir la lacra del hambre. ¡Qué impotencia! Es vergonzoso e intolerable que los gobiernos vayan al rescate de los banqueros mientras millones de personas en el mundo pasan hambre, pero por desgracia, tal y como está montado el sistema, si los ricos flaquean el sufrimiento de los pobres se agudizará aún más.
Hay quien dice que esta crisis cambiará los cimientos del sistema capitalista, quién sabe. De momento, el tijeretazo a las ayudas a los países necesitados está listo a causa de la crisis. Por cierto, mañana 17 de octubre se conmemora el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza.