50 años después de un discurso memorable frente a la estatua de Abraham Lincoln, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se dispuso a honrar a un hombre que se atrevió a soñar en voz alta ante 250.000 personas: Martin Luther King.
Desde exactamente el mismo lugar en la explanada de Washington y también en un miércoles -aunque esta vez bajo la lluvia y con mucha menor afluencia de público- el mandatario recordó las palabras del reverendo que, en medio de un clima lleno de dificultades, apostó por un futuro donde no reinaran las divisiones raciales.
Hoy, los 17 minutos que habló King en esa tarde de 1963 se consideran una de las piezas de oratoria más magistrales de la historia estadounidense.
Pero también, desde entonces, esas cuatro sencillas palabras -yo tengo un sueño, I Have A Dream- se convirtieron en una hoja de ruta para muchos habitantes del país.
Hasta cierto punto, el mismo Obama es un testimonio de ese sueño: un hombre afroamericano que fue elegido dos veces como presidente de Estados Unidos, la primera vez que eso ocurre en la historia del país y un hecho inimaginable para muchos de los que participaron en la Marcha en Washington por el Trabajo y la Libertad.
Y aunque los avances son notorios comparados con esa época violenta y divisiva del país, todavía queda mucho para la realización completa de ese sueño.
Así, por lo menos, quedó claro tras escuchar a los oradores de este miércoles y a las personas con las que BBC Mundo conversó en medio de la llovizna.