Artículo de Ángel Juárez Almendros, Presidente de Mare Terra Fundación Mediterrània y de la Red Internacional de Escritores por la Tierra.
Tantos años de lucha por conseguir avances importantes en el medio ambiente para que llegue la crisis y acabe con todo. La recesión económica se ha cebado con todo y con todos, o con la gran mayoría porqué siempre hay quien no sufre ni nota los efectos de la caída, y ha provocado que nuestro estimado medio ambiente agonice de nuevo.
Hay claros ejemplos de que los logros conseguidos han sido ahora vilipendiados políticamente con sus repercusiones en nuestra sociedad. La aprobación de la Ley de Costas es uno de los más recientes y vergonzosos. Lejos de ordenar la demolición de construcciones que masacran a nuestro litoral, se ha dado permiso para invadirlo aun más, casi hasta a orillas del mar, para beneficiar los intereses que según quien en detrimento del futuro de todos.
La aprobación de esta Ley ha sido un claro ejemplo de la nula sensibilidad que han tenido, ya históricamente, nuestros gobiernos hacia el entorno, la fauna, la flora y la naturaleza en general. Se nota también con la decisión de rebajar la partida de los presupuestos generales del estado destinada a la protección y extinción de incendios que se ha traducido en tener menos medios materiales y humanos en estas últimas campañas. Curiosamente la rebaja presupuestaria llegó en los veranos más calurosos aunque por suerte, o quizás por milagro, no se produjeron desgracias personales ni grandes fuegos.
Los recortes llegaron también a otros ámbitos con otras muchas decisiones equivocadas que evidencian la poca importancia que se le da al planeta cuando manda el dinero. Los Parques Naturales y Nacionales, pulmones verdes y áreas imprescindibles para que la pachamama respire, han recibido también menos dinero. Por no hablar de los Planes de Protección de especies y espacios naturales, otros afectados por las rebajas, donde las comunidades autónomas han decidido dejar de invertir aprobando solo el 11 por ciento de las acciones previstas para proteger a los animales más amenazados de nuestro territorio. Lo denunció en su momento el Observatorio para la Sostenibilidad de España pero nadie respondió a las demandas de más inversión.
A las malas políticas de nuestro gobierno hay que sumarle los intentos de aberración y atentado ambiental de otros estados, como el Reino Unido, que en su intento de crear una nueva escollera en Gibraltar, comprando arena extraída de la duna de Valdevaqueros, intentan generar aquello que la naturaleza no nos dio en un espacio nuevo vaciando otro espacio, este sí que era natural, que empezará a morirse gracias al expolio de parte de sus recursos.
Ya centrándome en mi tierra más cercana, en Catalunya, quiero recordar que el gobierno autonómico también ha demostrado su poco tacto hacia el medio ambiente dotando de menos presupuesto a la Agencia Catalana del Agua (ACA) y que este recorte ha conllevado que este veranos haya habido menos personal de control y vigilancia del estado de nuestras playas y las aguas que son de su competencia.
Todo lo ganado durante años se ha ido al traste. Y podría seguir poniendo ejemplos aunque en cada uno de ellos habría el mismo nexo en común: no hay dinero para lo que no quieren y sobra para otras cosas que pueden esperar. Es, sencillamente, la incapacidad de marcar prioridades reales y la inoperancia de las administraciones y sus gestores. Quizás la mejor manera de acabar este artículo sea recordando una frase que se convierte en realidad: la vocación del político es hacer de cada solución un problema. ¿Ideal, no creéis?