Cuando reina la supervivencia hay que armarse de peón” En este proceso de descapitalización en el que sobrevivimos, la aglutinación desmedida de riqueza rellenada por una orden de recaudo de deuda por parte de quienes desde poltronas se sienten en bancos adornados de dinero, y desnudos de crédito y alma junto al frente vacío y profundo de la nueva pobreza, marcan el pintoresco y asqueado escenario, ya dantesco, de nuestra sociedad limitada.
Todo esto es debido, y pagado, por la pérdida exponencial, y existencial, de la despreciada clase media. Sin clase media no existe equilibrio y el defecto premeditado de tumbar a quienes obstinaron y dispusieron a entrar en ella durante los años de burbujas esponjosas, debería pagar su aprieto provocando un desencuentro social llamado “al arma”.
La violencia no sólo es un género que físicamente está testado y es visible, también lo es psíquico e invisible pero afortunadamente también reversible. ¿Cuánta gente aparentemente sufre en silencio sin más morados que el de sus perpetuos números rojos? ¿Cuánta gente se encuentra en la imposibilidad de crear una ilusión en su vida? ¿Cuánta gente sin trabajo le cuesta trabajo levantarse para ir a buscar nada?, ¿Cuánta gente con trabajo va al miedo de encontrar el saludo de una hoja de despido?, ¿Cuánta gente tiene incluso su dificultad remunerada?, ¿Cuánta gente…?,¡buf!…¡Cuánta gente!.
El arma social es un bien muy preciado incluso por quienes pretenden que sigamos reclusos, por este motivo el maquillaje pre-electoral de productos sociales está a punto de dar el pistoletazo de salida. Ojalá sepamos ver en esos productos creados por la inventiva y necesidad de quienes han sufrido la caída al vacío, herramientas propias de un pueblo vencido que, a través de ellas pueden llegar a prescindir de ese maldito contrato que nos tiene pillados por los fueros. Relegar del poder para poder volar como bandadas de pájaros libres, y no con bandidos de pájaros, está en nuestra capacidad aunque no veamos posibilidades ni las ofrezcan. El “sobrevivismo” en el que estamos inmersos tiene una puerta de salida llamada unión de queja constructiva. Abramos la puerta de la mejora con ideas y proyectos que proyecten proyectiles de sostenibilidad social.
Ni el socialismo es social ni a la derecha le conviene esa mano para echárnosla. La política social es del pueblo y no debe privatizarse dejándose atrapar por partidos oportunistas faltos de productos emprendedores. ¡Emprendedores!, seguid con vuestros proyectos evolucionarios para ofrecerlos a la sociedad sin filtros contaminantes, esa es la verdadera arma del pueblo.