Joaquín Araújo es un conocido naturalista, periodista, escritor, director editorial y miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET). En su artículo de hoy (publicado originalmente en su blog del diario ‘El Mundo’) nos habla sobre la llegada de la primavera y todo lo que ello supone (el retorno de las golondrinas, la flor del cerezo…). Un bello homenaje a una de las épocas más bonitas del año, especialmente para los amantes de la naturaleza.
‘Con todo, primavera’
En cualquier caso estoy evocando a las primeras y principales primicias de la primavera, que está cada día más desquiciada primavera arrebatada. Cocida a estas alturas de calores y acelerada muy por encima de la cadencia rítmica que solía caracterizarla.
Los científicos acaban de dar como noticia un adelanto de 15 días en la llegada de las golondrinas. Será el promedio porque he comprobado muchas veces que no pocas alcanzan nuestras campiñas un mes antes que hace 40 años. Lo mismo sucede con flores e insectos, con los brotes de las plantas y los periodos de celo. En suma que aquello de las cosas a su debido tiempo parece estar tan en peligro como la más elemental sensatez de cara al uso que estamos haciendo del tiempo y del territorio.
Florecen los cerezos y cantan los ruiseñores. A esas dos manifestaciones de la vida me refería con la palabra proceso. Que uso a menudo porque cada día – acaso por el desbordamiento que supone que se hagan dos millones de fotos cada segundo – uno escapa como puede de la instantánea, de lo fijo o fijado. Del culto a lo inmediato y perecedero. Como en la Natura nada resulta independiente de su pasado, ni de su lugar de residencia, ni mucho menos de lo que le mantiene vivo, entiendo que todo es rotación ininterrumpida. Es decir que todo es, insisto, proceso. El único verbo que conjuga la Natura es el gerundio.
Por eso mismo en la siringe de los pájaros que mejor cantan está incluida la proeza de que acaben de recorrer no menos de 4.000 km desde África. O que cualquiera de estas noches será unas 5.000, las emisiones consecutivas que emitirán los ruiseñores para proclamar sus ansias de continuidad. A su vez inseparables del soto y del ribazo donde esconderán su nido, pondrán sus huevos y alimentarán a una pollada con miles de insectos que la primavera pondrá a su disposición…
Con el cerezo también podemos vislumbrar la circularidad de lo vivaz. Al contemplar la flor de luz blanca ya incluimos, si la instantánea no borra al proceso, el dulzor de la guinda o la picota en el paladar. La sombra de un follaje pletórico que amansará los calores del verano. No menos a la cabra comiendo el ramón, las raíces explorando el humus…
En fin que la primera lección de la primavera es que nada comienza, ni por supuesto acaba en ella misma. Ahí afuera, como proclaman las sonatas del bosque y los colores florales, todo es nexo.
GRACIAS Y QUE LA PRIMAVERA OS VINCULE A LA VIVACIDAD
Joaquín Araújo