Raúl de Tapia es biólogo, director de la Fundación Tormes-EB y miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET). También es un colaborador habitual del programa ‘El bosque habitado’ de Radio 3 bajo el seudónimo de Raúl Alcanduerca. Hoy precisamente recuperamos uno de los textos que han sonado en esta emisora, que lleva como título ‘Cuando la albahaca se estremeció’, y que está basado en la desgracia natural que sacudió Nepal hace unos cuantos días. Y es que ante fenómenos de este calibre, hasta la naturaleza se estremece…
‘Cuando la albahaca se estremeció’
Ha sido un instante, un dilatado instante. Las raíces se han estremecido, han notado un vacío. Una nada vibrante que ocupaba todas las percepciones. Esa ausencia ascendió por las aristas del tallo, por las cuatro esquinas que levantan un aroma constante.
La savia se alteró; incómoda paró su fluir, se paralizó. No quería llegar a la hojas, no podía en su inmovilidad. Ellas necesitaban ser nutridas, su gran vela de ojos de buda se exponía a un sol enturbiado. Unas sedas empolvadas eclipsaban sus estomas, se ahogaban.
No llegaba la luz, no llegaba el agua, no podía respirar… se estaba marchitando en inmortales segundos. Lo veía en las flores, ya no blancas ni rosadas. Sus labios colapsaban la angustia cuando la belleza se teñía de caos.
Y el desconcierto llenaba el entorno. Sonidos agudos, vibraciones chirriantes. Todo un caos en medio del caos. Unos minutos de silencio, una falsa demora y todo volvía empezar.
De repente, toda perturbación se detuvo. Y la albahaca se rebeló. Su fisiología retomó la memoria vital. Y así las raíces bebían en el desierto, la savia avanzaba detenida y las flores hacían brillar sus nieblas. Solo las hojas poseían la fuerza de la verdad, el verdor de la esperanza que hacía renacer la albahaca. Un aroma majestuoso de esperanza.
Cuando la albahaca se estremeció.
Nepal, abril de 2015
Raúl de Tapia (Raúl Alcanduerca)