Foto: Guillermo Maluenda
Parece que el nuevo equipo de Gobierno de Tarragona (ERC-ECP) quiere abrir las fiestas mayores y han empezado por eliminar el carro de las autoridades en la Portada de l’Aigua de Sant Magí –ya era hora-, sortear plazas en los balcones municipales y trasladar los pregones de las fiestas mayores de sant Magí y de Santa Tecla desde la sala de plenos al balcón de la fachada del Ayuntamiento.
En principio, encuentro estas medidas positivas porque ver siempre en los mejores sitios a los concejales y a sus amigos era una muestra más de perpetuar el sectarismo, aunque creo que puede darse todavía un paso más.
Ya puestos a introducir cambios, me permito una sugerencia para el día del pregón y es la de bajarlo directamente a la plaza, a pie de calle como hacemos en los barrios. Más próximo, imposible. Pasar del salón de plenos- un horno sin climatizar, por cierto – al balcón ya es un paso, pero no deja de ser ver el mundo desde la altura.
Creo que no sería tan complicado habilitar una tarima que sea còmoda para proclamar el pregon. Por cierto, estoy seguro de que el pregon de Eduard Boada –a quien aprovecho estas líneas para felicitarle- será tan delicioso como sus míticos bocadillos.
Ya tenemos precedentes de usar la calle en actos tan importantes como la entrega de las llaves de la Ciudad a Sus Majestades los Reyes Magos. No cuesta tanto seguir por ese camino.
Y de la calle, a los espectadores desde los balcones municipales. ¿Cuántas personas habrá que pagan religiosamente sus impuestos en la ciudad, les haría muchísima ilusión estar allí y hasta ahora, no tenían absolutamente ninguna opción a ocupar esos sitios privilegiados? ¿Cuántas personas hay que emplean su tiempo de forma desinteresada en el tejido asociativo de la ciudad y a las que nunca han sido invitadas?
Muchas, seguro. Por ejemplo, desde la Coordinadora de Entidades de Tarragona (CET), que agrupa más de cien organismos, podemos explicar que en los Juegos del Mediterráneo, el por aquel entonces equipo de Gobierno (PSC-PP) no invitó a nadie del mundo vecinal ni asociativo. Sin embargo, hubo polémica y mucha sobre si se regalaron entradas, incluso antes de salir a la venta, a partidos de extrema derecha y asociaciones no precisamente locales. Los resultados de ese experimento ya los sabemos todos.
Podemos explicar también que Josep Poblet, el que fue alcalde imbatible de Vila-seca hasta que decidió retirarse por voluntad propia, solía salir en las fotografías rodeado de representantes de la sociedad civil. Algo parecido sucede con el alcalde de Reus, Carles Pellicer, quizás porque vieron que con el apoyo del pueblo se llega más lejos.
Este gesto del nuevo equipo de Gobierno de Tarragona de ir retirando privilegios es, pues, positivo pero queda mucho por hacer. Me pregunto quién redacta los protocolos que marcan quién asiste y quien no, quien participa y en qué sitio y quién queda excluido.
Años atrás, en el barrio de Riuclar creamos un Ball de bastons y no nos dejaron participar en el Seguici Popular. Nos derivaron a otras calles. ¿Qué se hace hoy día para que los vecinos de los barrios sientan suyo el riquísimo patrimonio cultural de Tarragona? ¿Se les anima a participar, se les incentiva o simplemente se les aparta o se les ignora?
Hay que pasar de una vez por todas de fiestas mayores a fiestas populares de verdad, en la que todos los tarraconenses, sean del barrio que sean, las sientan suyas y sean auténticos participantes en vez de invitados de piedra. La gente, ¿va a las verbenas o va a ver las verbenas? Las fiestas no se miran desde lejos o desde cerca. Sencillamente, se viven.
Ángel Juárez Almendros es presidente de Mare Terra Fundació Mediterrània, de la Coordinadora d’Entitats de Tarragona y de la Red de Escritores por la Tierra