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“Nostalgia”, El Tecleño Memorioso

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Paseo del Carmen de Santa Tecla, El Salvador

Sentado a orillas de la Cordillera del Bálsamo, contemplo al imponente Boquerón, a cuyos pies descansa mi amada ciudad de Santa Tecla, una suave brisa acaricia mi rostro, el vuelo del águila irrumpe el silencio de la tarde, aflorando recuerdos de una lejana infancia.

Cómo olvidar sus empedradas calles, anden de lajas en tiempo de invierno luciendo bellos colores, calles de tierra en las que niños juegan alegremente. Una carreta jalada por bueyes de la finca San Rafael irrumpe por sus avenidas, peques saborean generosos frutos del campo a cambio de una correría del centinela del lugar.

Olor a café tostado de beneficios, trabajadores en inmensos patios asolean y trillan el grano que cortadores habilidosos producen con su trabajo, que bulliciosos bajan de cantones aledaños, hoy solo queda el eco de sus voces, edificios vacíos quedan como testigos silentes de años de gloria, queda la nostalgia de buenos tiempos.

Majestuosos portales, testigos de sueños y desgracias de indigentes que, en gélidos pisos, sirve de cobijo a familias enteras, los hijos de la luna hacen de las suyas, cortadores de café a espera del alba, solo es un recuerdo que de niño recorrí tantas veces.

Imponentes templos en conexión con Dios, que me vieron llorar al píe del altar, olor a incienso y velas, muestra de fe al Creador; misa del gallo al son de pólvora, recibiendo al Divino Redentor. Cuando de niño soñé ser sacerdote; procesiones de Semana Santa, buscando purgar pecados. templos que hoy solo son remembranzas.

El viejo mercado barullo de locatarias ofreciendo: cebollas, tomates, legumbres y más, olor a caldo de res y sopa de frijoles blancos en ardientes poyetones, convidando a los marchantes. Tasajos de carnes marinados en sal, penden sobre ganchos de hierro, afilados cuchillos con diestros cortes hacen de la suya, una vieja gasolinera muere lentamente.

Concierto en la plaza, al son de sinfonías de Schubert y Beethoven, la pareja que baila un vals recordando tiempos de mozuelos; sollozos de quien trae a la mente al ser amado en la eternidad; el amigo de Baco dirigiendo a la orquesta con su batuta invisible, generando risa en los asistentes

Recuerdos maravillosos afloran en mi mente, desde las alturas de la Finca La Gloria, quisiera que el tiempo se detuviera en mi amada ciudad, sin embargo, es hora de descender y afrontar con un hondo suspiro la realidad, atrás quedo esa urbe de mis sueños, cuna de ilustres personajes dando gloria a El Salvador.

Mi corazón se llena de nostalgia, la modernidad llegó para quedarse, poco a poco aquel lugar llamado Santa Tecla, se convirtió en una plancha de concreto, que devora irremediablemente las viejas estampas, que en mi retina quedan de una bella infancia.

Marlon Antonio Chicas, “El Tecleño Memorioso”

Escritor y poeta

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