El silencio es un vestido
grueso, ermitaño, rival;
es una angustia de sal
aprisionando el gemido.
Quitémonos su alarido
de nuestra sed sin demora.
La palabra tiene aurora
febril. Abramos la puerta.
La palabra no está muerta;
desnudémonos ahora.
Roselia López Saborit
Escritora y Especialista de Programa Cultural
Miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra
Cuba