En 1947, Raymond Queneau publicaba ‘Ejercicios de estilo’, un libro que recogía 99 formas de contar una misma anécdota sin importancia (un encuentro en un autobús). Un hito en la escritura creativa, una demostración de que la palabra se hace plastilina en manos del autor. “Pertenece a esa gloriosa estirpe de desmitificadores que apuestan por la escritura como práctica, como trabajo y como juego”, señala el catedrático de Literatura Benigno Delmiro en su libro ‘La escritura creativa en las aulas’. En algunos casos, incluso, “se persigue el mero dislate como forma de perturbar la comprensión del lenguaje”.
Boris Vian (1920 – 1959) no sólo coincidió con Queneau, sino que este último logró que las primeras obras del escritor, músico, ingeniero y traductor se publicasen en la editorial Gallimard, casa de autores como Sarte, Proust, Malraux o Saint-Exupéry. “Tiene una pasión perniciosa por la literatura en general y hace de ángel guardián de los escritores jóvenes”, decía Vian de su contemporáneo. La cita procede de la ‘guía’ de Saint-Germain-des-Prés con la que el jazzista retrató a la flor y nata de este barrio parisino a principios del siglo XX.
Vian nació en una familia acomodada en la que cultivó el gusto por la cultura y la ‘joie de vivre’. Tras la crisis de 1929 sus padres prácticamente se arruinaron, pero el niño no perdió sus inclinaciones artísticas. Fue París el escenario principal de su vida, como lo es también de ‘Piscina Molitor. La vida swing de Boris Vian’, novela gráfica que Christian Cailleaux y Hervé Bourhis publican en España con Impedimenta. El lanzamiento coincide con el estreno de ‘La espuma de los días’, de Michel Gondry, película protagonizada por Romain Duris y Audrey Tautou y basada en la novela homónima de Vian.
Su obra se publicó, por cierto, el mismo año que los ‘ejercicios’ de Queneau. Un año antes, en 1946, había visto la luz uno de sus trabajos más polémicos, ‘Escupiré sobre vuestras tumbas’, que firmó bajo su pseudónimos más conocido, Vernon Sullivan. La obra, un manifiesto contra el racismo escrito ‘a la manera americana’, contenía unas dosis de violencia y sexo por las que tanto Vian como su editor fueron acusados de inmorales y pornógrafos. El libro fue prohibido, pero no por ello dejó de circular.
Por aquel entonces había acabado la Segunda Guerra Mundial, periodo durante el cual Vian se había dedicado a viajar y a entregarse a otras preocupaciones ajenas al conflicto. Las fiestas de la bohemia, el surrealismo, las conquistas, la trompeta, sus colegas patafísicos, la vanidad… Nada le hizo escapar, sin embargo, a su propia guerra, al argumento que subyacía a su vida como a las variaciones de Queneau.
Vian sufría un reumatismo cardíaco desde pequeño. Una dolencia que anunciaba una debilidad física fluctuante y una muerte temprana, y que el artista combatía con largas sesiones de natación en la Piscina Molitor. El 23 de junio de 1959, mientras asistía al estreno de la adaptación cinematográfica (en la que no participó) de ‘Escupiré sobre vuestra tumba’, de Michel Gast, su corazón dijo basta.
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