El exbailarín y coreógrafo Tony Fabre ha muerto hoy en Madrid a la edad de 49 años víctima de un proceso hepático irreversible. Había nacido en Nantes el 25 de mayo de 1964 y comenzado sus estudios de ballet en el conservatorio de su ciudad natal, donde se graduó. Fabre ha estado íntimamente ligado a la actualidad del ballet contemporáneo español de los últimos 22 años. Había llegado a la Compañía Nacional de Danza (CND) como uno de los primeros y más importantes fichajes hechos por el coreógrafo valenciano para renovar la agrupación titular española. De hecho, Fabre había hecho una audición especial para Duato en La Haya antes de que asumiera la dirección del entonces llamado Ballet del Teatro Lírico Nacional, pero tuvo que esperar un año a que la nueva dirección se pudiera desprender de los contratados fijos que impedían nuevas incorporaciones, año que Fabre aprovechó para ir al Ballet de Basilea donde se familiarizó con el estilo y con obras de William Forsythe.
Fabre empezó a bailar profesionalmente a los 16 años y se retiró a los 32, y su vinculación directa con la CND duró 16 años, primero en calidad de bailarín principal invitado y luego como director adjunto y coreógrafo de la CND2, la agrupación formativa de jóvenes que Duato creara en Madrid a imagen y semejanza de la que es su matriz, el Nederlands Dans Theater (NDT). Cuando Fabre llega al ámbito español, ya tenía una sólida experiencia escénica. Como declaraba siempre en las entrevistas, se hizo bailarín de ballet con el sueño de formar parte de la tropa de Maurice Béjart. A los 16 años, su padre le da a elegir si continúa sus estudios regulares o busca un trabajo artístico, y Tony se sabía aún no maduro para Béjart de modo que va al Ballet de Karlsruhe por dos años (1981-1983) y donde trabaja con Germinal Casado (exbailarín de Béjart él mismo), que lo inicia en el movimiento moderno y después lo impulsa a ir al Ballet del Siglo XX de Bruselas con Maurice Béjart, donde permanece cuatro años, para seguir al coreógrafo francés hasta la ciudad de Lausana donde está dos años más. Desde la etapa en Bruselas entabla una sólida amistad con la maestra Carmen Roche, que luego le invitará a crear ballets en su compañía madrileña.
De Lausana, Fabre marchó al Sadler’s Wells Ballet de Londres, donde baila en producciones de Don Quijote, Tema y variaciones (Balanchine) y El lago de los cisnes, entre otros títulos de repertorio académico y moderno, para de ahí ir al compás de espera de Basilea hasta integrarse en la CND en Madrid donde después se inició en las labores de creación.
Tras algunos trabajos de taller, en 2000 Fabre creó para la CND2 Holberg Suite y aún hoy este título está en el repertorio activo del conjunto titular español y lo cierto es que con el Fabre coreógrafo se comienza a vislumbrar de una línea productiva en la creación coréutica de la etapa, además del aporte del propio Duato. Es así Fabre la primera rama del árbol Duato en la coreografía hecha en Madrid durante ese largo período y eso ya le sitúa en la historia de la danza local. Por sus enseñanzas y trabajo de perfeccionamiento pasaron más de 100 bailarines jóvenes en la CND2.
En junio de 1993, cuando ya la CND estaba inmersa en su diametral cambio de rumbo, Tony Fabre acompañado por África Guzmán bailó el ‘paso a dos’ de “Raymonda” (Glazunov) en el Teatro de La Maestranza de Sevilla en una gala de homenaje a Marius Petipa, que tenía carácter benéfico para recoger fondos para la lucha contra el sida. En la CND bailó en coreografías de Jiri Kilian, Mats Ek, William Forsythe y Ohad Naharim, entre otros, además de ser elenco fijo y delantero en los ballets creados por Duato, interiorizando su estilo de manera exquisita y singular.
En dos ocasiones el Ministerio de Cultura español propuso a Fabre la dirección de la CND en los momentos cismáticos de la etapa Duato, pero el francés no dudó en rechazarlo y mantenerse fiel al valenciano, del que siguió siendo hasta ahora asistente coreográfico y montador de repertorio en el Teatro Mijailovski de San Petersburgo, participando activamente en la puesta en pie del primer gran clásico producido por Duato en Rusia: “La bella durmiente” y ya trabajaban juntos en proyectos futuros para Berlín.
Fabre tenía a su favor su buen carácter y su manera de ser, su bondad y su trato profesional a los bailarines, no presumía de un estilo sino de la constancia y de la entrega a fondo en la carrera de la danza. Creó piezas para el Tulsa Ballet (“Sea Through”, 2009), el Béjart Ballet Lausanne (“Ismael”, 2009 y “Empreintes”, 2012) y la Compañía It Danza de Barcelona (“Cómplices”, Vivaldi, 1998), entre otros. En su catálogo también destacan “Rooms” (2001), “White man sleeps” (2003), “Violon d´Ingres” (2005) e “Insected” (2009, galardonada con el Premio Villa de Madrid a la mejor coreografía). También hizo una “Carmen replay” (2010) para el programa educativo del Teatro Real de Madrid que se estrenó en Leganés. Con el Ballet de Carmen Roche Fabre hizo “Cenicienta” (Chaicovski); “Mimi y Fredo” (Aubry) y “Sueño de una noche de verano” (Purcell, 2012), presentado en junio de este año en el Palacio de Bellas Artes de México; ambos tenían en marcha el proyecto de un montaje nuevo de “Romeo y Julieta” (Prokofiev) que no llegó a materializarse.
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