En algunas ciudades de Europa, como Zúrich, un sólo teatro produce al año unas 40 óperas, entre estrenos y títulos de repertorio. En México, este año se realizaron alrededor de 50 títulos en todo el país, de esta cifra sólo seis fueron financiados totalmente por el gobierno federal a través del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), el resto se hizo gracias a las iniciativas de universidades, productoras independientes con algunos apoyos institucionales, teatros locales con apoyo parcial de los gobiernos de los estados y jóvenes compañías de ópera con presupuesto propio.
Aunque no existe un censo oficial del número de óperas que fueron llevadas a escena, la cifra, según especialistas en el tema, redonda las 50. Un número, coinciden cantantes, críticos, músicos y productores, que resulta esperanzador en un país que ha estado marcado por largas sequías e inestabilidad.
Este panorama permite hacer una primera lectura de lo que está ocurriendo en el país en los últimos años: hay talento, público, teatros, y, sobre todo, creativos y artistas que están vitalizando el género con pocos apoyos institucionales, y en algunos casos, nulos. La calidad de estos esfuerzos, advierten los críticos de ópera Luis Gutiérrez e Iván Martínez, es otro tema que merece particular atención por ser muy variable.
Para Luis Gutiérrez, la diferencia numérica entre lo que produce la Ópera de Bellas Artes (OBA) y los proyectos promovidos por la sociedad civil es abrumadora.
“Tengo la impresión de que a raíz de que se cerró el Palacio de Bellas Artes (2008-2010) el interés por hacer ópera continuó, pero se tuvo que hacer en otros espacios. Además, en los últimos años han surgido grupos de jóvenes con un gran interés en la ópera que han asumido riesgos y han conseguido realizar producciones”, dice.
Prueba de ello es, por ejemplo, la compañía L’Arte della Perla, dedicada a la ópera barroca, un esfuerzo de jóvenes cantantes y músicos que este año estrenaron Rinaldo, de Händel, con sus propios recursos; y la compañía Offenbach Operetta Studio, que montó en el Teatro Julio Castillo La violación de Lucrecia, de Britten, cuyo único apoyo institucional fue el préstamo del recinto.
El cantante y productor de L’Arte della Perla, Javier Ghiaurov, explica que este aparente crecimiento es sólo la materialización de los esfuerzos que venían preparando desde hace tiempo.
“Sí hay más óperas casi privadas, casi independientes con prácticamente nulo apoyo gubernamental, si lo comparamos con lo que hace la OBA. Creo que el fenómeno es una cuestión de presupuestos. Nosotros no llegamos ni al millón de pesos en cinco producciones, cuando la ópera nacional invierte una cantidad mucho mayor. No es un reclamo, qué bueno que ellos tengan dinero para que eleven su calidad, pero si las autoridades están viendo que sí hay esfuerzos estatales y que sí hay público, pues deberían de apoyar más a las organizaciones porque realmente es muy necesario”, explica Javier Ghiaurov.
Iván Martínez recuerda que cuando se anunció la “nueva época de la Ópera de Bellas Artes” se dijo que uno de los proyectos sería apoyar la ópera en los estados. El panorama actual, dice, revela que las autoridades ignoran que al interior de la República se han venido realizando montajes de manera regular.
“Las cosas están mal, hay mucho por hacer, pero no pueden anunciar iniciativas a partir de la ignorancia de la situación actual. Es una actitud molesta, como molesto es escuchar que hay compañías independientes que se quejan de la falta de apoyos y aseguran que sus producciones son tan buenas como las de la ópera nacional, pero que al verlas uno sabe que no es así”, lamenta.
Y agrega: “El problema de la ópera en México, tanto gubernamental como independiente, es que hay quienes se dan aires de grandeza y no hay tal. Sin embargo, hubo también buenas sorpresas, como El pequeño deshollinador, de Britten, que hizo el Conservatorio de las Rosas”.
La producción de los títulos en 2013 al margen de la OBA ha derivado en una oferta de temas que van de la ópera barroca a títulos de repertorio, pasando por óperas prácticamente desconocidas en el país. “Se han visto óperas de todo tipo y eso ha sido muy interesante, este año se presentó una Aída que rompió esquemas establecidos o Alma, basada en la relación de Alma Reed y Carrillo Puerto”, recuerda Gutiérrez.
Javier Ghiaurov, coincide: “La sorpresa es que hay público para todas las propuestas que han sido muy diferentes. Por ejemplo, en León se presentaron títulos de repertorio como Rigoletto , pero la ópera contemporánea también atrajo la atención, gente como Marcela Rodríguez y su Bola negra que aborda temas de la actualidad mexicana, nosotros con la ópera barroca, entre otras propuestas”.
El tenor Javier Camarena, quien es reconocido como uno de los cantantes de mayor proyección internacional de los últimos años, mira con optimismo el panorama. “Lo más importante es que acabemos con la centralización, me parece increíble que haya iniciativas civiles y ojalá sean capaces de sostenerse porque este mundo es realmente muy difícil, entre otras cosas porque es muy costoso”.
Monterrey, Mérida, Chihuahua, León, Zacatecas, Morelia, Oaxaca, son algunas de las entidades que han hecho de este 2013 un año próspero. El camino, coinciden los especialistas, es aún largo.
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