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Carlos Sanz: ‘Alguien tiene que decidir cuántos lobos puede asumir una sociedad’

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El biólogo, fotógrafo, naturalista, divulgador y miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET), Carlos Sanz, nos envía una entrevista que ha realizado en el diario La Opinión de Zamora. Os dejamos con ella, ya que Sanz es una persona que siempre deja unas reflexiones muy interesantes.

Carlos Sanz se autodefine como “biólogo de campo”. Este naturalista es un experto en la cría de animales salvajes, y en especial de lobos ibéricos. Comenzó a trabajar con estos carnívoros en su juventud, junto a Félix Rodríguez de la Fuente. Desde entonces ha rodado decenas de documentales de naturaleza para televisiones de todo el mundo. En los últimos años se ha dedicado a buscar soluciones para la coexistencia del lobo con el mundo rural, formando parte del “Proyecto Wolf”, que ha explicado este fin de semana en Villardeciervos con motivo del Festival Territorio Lobo.

-¿Por qué tiene el lobo esa mala fama?

-El lobo y el hombre compitieron durante miles de años por los mismos recursos alimentarios, es un conflicto de diez mil años que ha hecho que quede reflejado en parte del subconsciente colectivo como un enemigo, de ahí que aparezca en tantos cuentos y leyendas. Pero hay una parte de superstición e ignorancia en todo eso, no está en la naturaleza del lobo atacar a los humanos. Un lobo sano no ataca a la gente, sino que huye si se le acercan. Mis hijos se han criado rodeados de lobos y son unos animales entrañables.

-Y sin embargo, a muchas personas les genera fascinación.

-Es una animal mítico, emblemático, porque es un símbolo de la naturaleza salvaje. No deja indiferente a nadie. En el mundo rural se le ha demonizado y ahora en el mundo urbanizado se le tiene idealizado. Yo amo al lobo y defiendo que se proteja, pero no a ultranza. El lobo tiene que existir en los lugares y cantidades en que sea asumible para la sociedad.

-¿Pueden coexistir el lobo y los ganaderos?

-Como decía Félix Rodríguez de la Fuente, “que el lobo viva donde pueda y donde deba vivir”. El lobo puede coexistir con el mundo rural donde sea viable biológicamente y socioeconómicamente, es decir, donde tenga campo para refugiarse, fauna silvestre suficiente para alimentarse y el conflicto con el hombre sea asumible. Si se toman las medidas oportunas para proteger al ganado, los lobos prefieren alimentarse de otras presas, pero no puede haber lobos en todas partes de España.

-Entonces, ¿el lobo debe ser especie protegida o no?

-Desde mi punto de vista es una utopía que se proteja al lobo en toda España. No se trata de exterminarlos, como pretenden en Ávila, pero si no existe un control de las poblaciones se puede salir un poco de madre. Nunca se gobierna a gusto de todos, pero alguien tiene que decidir cuántos lobos puede asumir una sociedad. Cada región, cada sierra, tiene unas necesidades diferentes en función del entorno natural y la población rural. En algunos lugares habrá pocas manadas y está bien que se proteja al lobo y en otros se necesita controlar la población.

-¿Qué opina del Plan de Gestión del Lobo de Castilla y León?

-Como decía, no se puede contentar a todo el mundo. Al sur del Duero solo existen 27 manadas y es una especie totalmente protegida, y sin embargo hay quien quiere exterminarlo allí. Al norte del Duero tenemos la mayor población de lobos de Europa occidental, y por eso es especie cinegética. La Junta permite la batida de unos 140 lobos al año, y eso hace que la población se mantenga estable. Hay a quien la cifra le parece una atrocidad y hay a quien le parece insuficiente. Aquí en la sierra de la Culebra, por ejemplo, hay una densidad de lobos por kilómetro cuadrado mayor que en otras zonas, pero es un territorio poco poblado por el hombre. Hay 8 manadas, quizás se pueden asumir otras 4 o 6, pero no más.

-¿Y de las batidas?

-Si se necesita cazar un determinado número de ejemplares, si se necesita ejercer un control sobre la cantidad de lobos, que sea así, de forma legal. Si no lo hacen cazadores que pagan por ello, lo acabarán haciendo otros. Y si no son ellos lo tiene que acabar haciendo un guarda, como pasa al sur del Duero, cuando su trabajo es cuidar la naturaleza y no matar. Lo que hay que perseguir a toda costa es la caza furtiva, esos son unos auténticos terroristas de la naturaleza. Otra cosa que tengo muy clara es que el dinero que pagan los cazadores por las piezas debe de revertir en la población rural de la zona. Puede parecer una barbaridad ponerle precio a la cabeza de un lobo, pero si tienen que morir, es otra forma de aprovechar un recurso y que la gente de los pueblos vea de forma positiva la presencia del lobo.

-¿Existe entonces la figura del “cazador bueno” que describe Delibes en sus libros?

-A mi no me gusta cazar, pero es una actividad legal y es una fuente de ingresos si se practica de forma sostenible. No se trata de cazadores buenos y malos, el que arrasa con todo, simplemente, no es un cazador, es un matarife. Sin embargo, si no se mataran millones de conejos al año, por ejemplo, serían una plaga que acabaría con todo rastro de vegetación, es un trabajo que alguien tiene que hacer.

-¿Cuál es la situación del lobo en España?

-Soy optimista. Hace 45 años eran considerados una alimaña y estuvieron a punto de desaparecer porque les ponían cepos, veneno, trampas. Félix Rodríguez de la Fuente cambió la percepción que se tiene sobre el lobo. El 1970 pasó de ser considerado alimaña a especie cinegética y se limitó la forma de matar a los lobos. Desde los 90 se está recuperando y ahora tenemos una población aceptable. A veces, los sindicatos agrarios se quejan de que la Administración suelta lobos, nadie suelta lobos en ningún sitio. Cruzaron el Duero de forma natural y ahora existen en el sur de Castilla y León, en Guadalajara, en el norte de Madrid y de Cáceres, han llegado a Teruel, y con mucha dificultad están entrando en el País Vasco.

-¿Cómo era trabajar con Félix Rodríguez de la Fuente?

-Tuve el privilegio de trabajar con él durante 5 años. Cuando estaba en mi universidad, los de mi promoción contactamos con él para pedirle que fuera nuestro padrino y aceptó. Un grupo de estudiantes pasamos el verano criando a unos lobeznos huérfanos y yo acabé formando parte del equipo de la serie ibérica. Rodar documentales es duro, no hay horarios, a veces hay que trabajar de madrugada o en fin de semana porque una hembra va a parir, y Félix era un jefe estricto, duro. Alguna gente no estaba preparada para ese ritmo de trabajo y abandonaron el equipo, y han difundido una especie de “leyenda negra” muy injusta después de su muerte. Es lo que pasa con los mitos, y él era una de las personas más admiradas de España cuando murió.

-¿Hay que pasar muchas horas escondido en el monte para grabar un documental de naturaleza?

-A veces sí, noches enteras escondido entre unas ramas. Muchos planos se pueden conseguir así, con suerte paciencia y trabajo, pero otros ni con eso y se utilizan animales criados por alguien, que en un entorno natural se comportan de forma salvaje pero están acostumbrados a las personas y no huyen del cámara. Con suerte, puedes filmar como un águila entra en su nido, pero no que cace un conejo a 5 metros de ti.

-¿Sigue habiendo mercado para esos documentales?

-La tecnología ha avanzado mucho, pero hay mucha competencia, sobre todo por productoras extranjeras. Los costes de producir en la naturaleza son grandes, y hoy en día se produce en poco tiempo, con poco dinero, y no tienen la calidad de los documentales de hace 20 años. Algunas productoras extranjeras ofrecen “packs” de 10 por poco más de lo que cuesta rodar uno en España, por eso TVE produce menos, los compra.

Entrevista realizada por Alejandro Bermúdez y publicada en La Opinión de Zamora

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