Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET)

Únete a Nosotros - Adhesiones!

Miguel Ángel Montoya Jamed: ‘El comienzo del mundo… que ya es mundo’

montoya

El filósofo, escritor, profesor titular exclusivo de la Universidad Nacional de San Juan (Argentina) y miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET), Miguel Ángel Montoya Jamed, vuelve hoy a nuestra web con un nuevo escrito de tintes metafísicos tan interesante en la forma como en el fondo. Poned un poco de filosofía en vuestras vidas, y hacedlo con ’El comienzo del mundo… que ya es mundo’.

‘El comienzo del mundo… que ya es mundo’

En el suelo quieto, árido, con un horizonte lineal y oscuro para  definir la lejanía, estaba asentado todo el silencio del mundo que no era mundo, aún.

Un viento bajito y suave había por encima del marrón desteñido de la tierra, le quitaba opacidad a la quietud y le ponía unas líneas, casi imperceptibles, con un brillo tenue pero que negaban la sensación de soledad.

Ese viento que estaba ahí, que no venía, sino que subía desde la intimidad de la Naturaleza, era el pneuma o el nefs. Era el Alma de la Tierra que rondaba para que naciera el nacimiento que no muere y así tuviésemos árboles y pájaros y el viento pudiese subir llevando el agua para que se hagan las nubes y después, cada tanto, la lluvia bajase gestos del cielo a los árboles y a los pájaros.

Y para que el Sol que estaba de antes que ellas se quedara debajo el tiempo necesario para abrigar a los Hombres cuando estuviesen a la intemperie.

De la Tierra surgió el Agua y del Agua el Alma.

Y cuando esto ocurrió hubo Fuego ardiente y eterno y entonces hubo Mundo constituido de opuestos.

Y cuando sucedió la Armonía, o sea la complementación de los opuestos, apareció el Hombre sobre la Tierra y entonces el mundo tuvo el Tiempo.

Y cuando el Tiempo se cruzó con el espacio, para el Hombre estuvieron los objetos. Y el Hombre fue Sujeto.

Y como todo fue un suceder el Sujeto entendió el Devenir.

El fuego fue estallando en innumerables fuegos más pequeños que multiplicaron la Luz y el ardor. Esos innumerables fueguitos habitaron el mundo para que, de una vez, fuese mundo por la diversidad de la luz y de las sombras.

Tan pronto: hubo devenir y por lo tanto hubo pasado.

Nunca hubo presente.

Sólo el Hombre, que es el Tiempo, marca el punto donde estos que  tan pronto hubieron, se juntan y se determinan. Entonces: el Hombre tiene el presente.

El Hombre es el Tiempo.

El más viejo de los hombres soñó esto y se lo contó a otros hombres y estos a otros hombres y no sólo se contaban lo sucedido sino que al contarse el comienzo, fueron estableciendo la Palabra y el Asombro. Y cuando observaron los pájaros incorporaron la incertidumbre, por la necesidad de volar.

Para entender: por la Emoción llegaron a la Razón, y fue el Logos. Para sobreponer la muerte.

Pensaron y trasmitieron sentencias.

Quien me contó del sueño, me habló de la lejanía, y me dijo: La lejanía es lo que está lejos, indeterminado y que se siente.

Entre yo y los puntos de la lejanía no hay discontinuidad en el espacio, tampoco en el tiempo. Entonces: estoy en ella. Dijo

No tiene límites. Se le puede llamar “limite” a una disolución del espacio en la conciencia. Podríamos decir: la lejanía “se diluye” y en ese “se diluye” se la piensa. Definida

Entonces: la lejanía está definida por esa disolución del espacio, de la cual somos el centro.

Cuando ese espacio se diluye tenemos conciencia de la lejanía.

Y, es:

que podemos habitarla. Dijo.

Y para explicarme de la habitabilidad de los Hombres en la Tierra, me habló de la humanidad. Me habló de los rostros y la sonrisa, de las manos y por eso: del trabajo y las caricias. Me explicó del Alma y del Deseo. Me dijo qué entendía por contexto saludable de los Hombres y por eso: de las necesidades y de la Libertad.

Y así fue:

Cuando hablaron y se asombraron tuvieron el Deseo y supieron que eso es la Vida.

Y después que hubo flores amarillas en los costados de los caminos, unos hombres escribieron el poema y se hicieron Poetas y unos que quedaron dudando son los que llamaron Filósofos. Otros hombres ni quietos ni mansos, leyeron los poemas e hicieron preguntas sobre la Existencia. Después, llevaron la sonrisa cuando subieron por la cuesta mientras miraban sus manos y se quedaron con el trabajo.

Hombres y mujeres para que la relación sea un existenciario y no duelan ni entristezcan las amenazas.

Y parieron. Brillaron los fueguitos por la inmensidad.

Y fueron re-definiendo la lejanía. Instauraron la “Vecindad”.

Los que subieron a la cumbre porque llevaban la Palabra, el Asombro, la Emoción, la Razón, la Incertidumbre, son los indispensables para el equilibrio. Porque después hubo el mercado.

Los hombres diminutos hicieron una ronda, que ronda, porque se encandilaron con el pensamiento calculador, que fue un residuo de los primeros que pensaron.  Encontraron comodidad en el sometimiento, y en la servidumbre se acomodaron con  lo que llamaron confort. Abrieron los almacenes, los adornaron con flores de papel que pintaron de amarillo como las que hay en los caminos. En las vidrieras exhibieron un concepto para la felicidad. Mientras tanto: decidieron gobernar y repletar el mundo de artificios. E instauraron la simulación.

Después del mercado y la simulación, los hombres diminutos  hicieron las fronteras, las banderas y la soberanía nacional.

Las fronteras ocultaron el sueño primitivo y les pusieron una marca a los Hombres, a las flores, a los árboles y a los pájaros. No pudieron colorear la emoción, ni la tristeza, ni la soledad, ni la incertidumbre, ni el deseo, ni la alegría, ni el amor, ni la poesía.  Hubieron Hombres que no pudieron marcar.

Y ahora que el mundo ya es mundo, porque tiene  expertos y especialistas,  estadistas y cancilleres,  miss mundo y premio nobel, curas y pastores, concejales y gobernadores. Hay niños que mueren de hambre, gobiernos que venden armas, yanquis,  judíos sionistas y otros tantos que lo hacen por la “paz”,  invaden el Deseo y la Emoción de los más pobres.

Y ahora que el mundo ya es mundo, porque los poetas y filósofos protegieron la Palabra. Entre estos: estuvieron Nietzsche y Benedetti.

Porque hubieron Hombres que hicieron el vino y otros que protegieron la Tierra.

Es mundo: porque estuvo Freud, Jung y el Che Guevara.

Es mundo, por la resistencia. Entre estos mis vecinos que cruzan la madrugada, hacia las chacras y vuelven a la oración con la camisa sudada.

Es mundo por la resistencia. Entre estos mis hermanos de los libros y de las calles.

Y, a pesar del mundo que ya es mundo: Hay niños que mueren de hambre, hombres y mujeres excluidos del trabajo,  gobernantes y testaferros, testaferros de gobernantes. Hombres y mujeres y niños que duermen en las calles.

Hombres, mujeres y niños: refugiados, inmigrantes, desgraciados.

En el suelo químico, caldeado,  sin horizonte porque disolvió la lejanía en los escombros del baldío, no se asienta el silencio del mundo. Ya no hay silencio. Aunque, aun, tenemos mundo.

Hay un viento artificial y tempestuoso  por encima de las grietas profundas de la tierra, que le quita luz a la paciencia y confunde la soledad con el dolor.

Ese viento que está ahí, ya no viene  desde la intimidad de la Naturaleza. No es  el pneuma o el nefs. El viento no es el Alma de la Tierra. Ya no  nacerá el nacimiento que no muere. Ya no llevará el agua por encima de los árboles y del vuelo de los pájaros. En el desierto no hay nubes, entonces: nos quedamos sin los gestos de otros cielos.

Los Hombres se quedaron sin abrigo, aunque el Sol  estaba de antes.El mundo se hizo mundo.

Y como el Mundo se hizo Mundo

Aún está la resistencia.

Están, los que habitan en la cumbre.

El más viejo de los hombres soñó esto y se lo contó a otros hombres y estos a otros hombres y no sólo se contaban lo sucedido sino que al contarse el comienzo,  unos a otros se daban como sentencia, que:

De la Tierra surgirá el Agua y del Agua surgirá el Alma.

Miguel Ángel Montoya Jamed

Comments are closed.

Post Navigation