Ángel González Quesada es dramaturgo, guionista, actor y director del grupo de teatro ETÓN. También es miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET) y fue el ganador del primer Premio Hispanoamericano de poesía Ernesto Cardenal. Recuperamos un escrito suyo publicado hace unas semanas en ‘Salamanca al día‘ titulado ‘Belle de jour’ en el que nos habla del movimiento feminista #MeToo y la desafortunada respuesta que obtuvo en Francia. Como siempre, una lectura muy interesante.
‘Belle de jour’
Parece haberles faltado tiempo a las integrantes de ese grupo femenino autocalificado de “intelectuales y artistas”, después del contundente y brillantísimo alegato feminista de Oprah Winfrey en la reciente entrega de los Globos de Oro en Los Ángeles, para firmar y publicar en Francia un manifiesto denunciando, con un bochornoso “no es para tanto”, el que ellas llaman “clima de puritanismo” instalado en la sociedad a raíz de las denuncias por acoso a algunos famosos. Parece haber faltado tiempo a este grupo de damas de una alta alcurnia cada vez más incomprensible (desde luego no mental y mucho menos moral), cuando la ilusionante efervescencia que la reivindicación feminista por la igualdad y la dignidad va empapando un mundo hasta la náusea machista, para arremeter contra los todavía tímidos avances de las mujeres en pro de su dignidad y contra el abuso, el atropello y la ofensa a que millones de mujeres se ven sometidas cada día en cualquier latitud, profesión, ámbito o actividad.
Con el nombre de la actriz francesa Catherine Deneuve (Ay…Belle de jour… ) encabezando ese vergonzoso y vergonzante manifiesto de desprecio a las mujeres que sufren o han sufrido la violencia del acoso sexual y la coacción, ese centenar de “artistas” (?) e “intelectuales” (??) francesas, afirman apoyar, por ejemplo, a los ‘seductores de mujeres insistentes o torpes’, o el derecho masculino a “importunar” a las mujeres como parte de su ritual de conquista, absolviéndolos como por decreto de sus excesos grandes o pequeños, y mezclando deliberadamente un acto de seducción basado en el respeto y el placer con el acto violento del acoso, la indignidad del hostigamiento sexual y el intolerable chantaje del machismo explícito o implícito a que se ven sometidas mujeres de toda condición en sus relaciones laborales, matrimoniales, de pareja, afectivas y hasta familiares, que no merecen que ningún “artista” ni “intelectual” de cualquier ancho de vía, venga a dictarles los límites de su transigencia ni la medida de su dignidad.
Los avances que la sociedad a duras penas consigue contra la violencia de todo tipo hacia las mujeres, que han tenido clamorosa (e ilusionante) expresión y extensión casi internacional con las denuncias hollywoodenses hacia acosadores sexuales y hostigadores famosos, pueden verse seriamente comprometidos con estos manifiestos que, aunque pura necedad, so capa de defender una cierta forma de “galantería” masculina y “relaciones humanas”, no hacen sino abofetear a quienes se esfuerzan diariamente por conquistar el respeto, la dignidad y la igualdad de las mujeres, e insulta gravemente con la confusión de términos y la barahúnda de matices a quienes mantienen una de las más dignas batallas sociales contra la equivocada concepción de la sexualidad y las relaciones entre sexos, ésa que otorga al hombre el papel de “conquistador” y a la mujer el rol de “sumisa”, y en la que parecen nadar plácidas estas “artistas” e “intelectuales” encabezadas por Mme. Deneuve (triste Tristana…).
Probablemente ese retrógrado manifiesto francés (no nos engañemos, podría tener cualquier otra nacionalidad, pues ha sido inmediatamente apoyado por reaccionarios y derechistas de toda latitud), que confunde interesadamente la naturaleza del acoso con las supuestas venialidades de la seducción –que tampoco convencen-, no consiga arrumbar la ya imparable dinámica de apertura de ventanas al aire de la igualdad y a la limpieza de la verdad y el respeto que significan los movimientos “metoo” y otros de denuncia y justa intransigencia hacia el acoso a las mujeres. Posiblemente sea ya irreversible el cambio iniciado en las concepciones “tradicionales” de las relaciones humanas, especialmente en lo que respecta al trato hacia las mujeres, a raíz de las denuncias, manifestaciones, reacciones y movimientos de apoyo a la igualdad y contra el acoso y la depredación sexual que se suceden, felizmente, en todo el mundo. Pero el poso de desolación y tristeza que, en mitad de la lucha y quedando tanto por ganar, transmiten y pregonan manifiestos como este de mujeres “artistas” e “intelectuales”, que quitan importancia a lo innoble del machismo, alaban ciertas formas de dominación masculina y niegan la sevicia de cualquier tipo de acoso sexual, siembra en el terreno de la imitación y el seguidismo -pueril pero abonado por las mercaderías- de gran parte de la adolescencia y la juventud, un germen de justificación de la infamia, un ánimo de repetición de la violencia y un poso de indiferencia hacia los culpables, que podría convertir en tarea de Sísifo la lucha por la igualdad.
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Ángel González Quesada