El Hombre (en el texto uso el vocablo “Hombre” como una generalización, ya que “Sujeto” e “Individuo”, también ponen en masculino la referencia) se acaece como tal, en territorios que, desde entonces, no le serán ajenos. Desde entonces: es “la Tierra de los Hombres”.
Sobre esos territorios por los que caminamos y nos detenemos, definimos la “Propiedad Social”. Esa propiedad que no se privatiza.
La propiedad, que va desde la primitiva pimitividad al Hombre, que se sociabiliza por inherente y por necesidad.
Sito al Hombre, que ya tiene el Lenguaje, lee, escribe, conoce el riego y el cultivo de la Tierra, se vitaliza con la salida del Sol y sueña en la multiplicidad de las estrellas. Lleva su sombra y se relaciona con los animales. En el tránsito y las relaciones, el Hombre es “Sujeto Social”. Un Hombre que ama y sabe que ama, que conoce y sabe que conoce y que crea porque es el creador, y porque tiene que producir su alimento y su abrigo. Por la Incertidumbre que lo hace Humano, por sus necesidades, por su asombro, por el reconocimiento de la Abundancia, le va construyendo Sentido a su cotidianeidad. Desde entonces habita territorios en “la Tierra de los Hombres”. Con casi, casi todo lo que nos basta.
En el proceso de sociabilidad, que es nuestra salida del mundo animal, construimos nuestro mundo histórico y hablante.
Para eso construimos artificios necesarios.
El Hombre hace una búsqueda del “Lugar”, se encuentra con otros habitantes, se aproximan, constituyen una comunidad y en un periodo determinado por la “asociación” y la transferencia en la relación, conforman una Nación, que puede ser temporal. El Hombre sobrepone el mundo natural sin desarraigarse. No es posible el desarraigo, porque el Hombre es un organismo abierto y, por lo tanto: el Hombre conforma la Naturaleza que lo conforma.
El Hombre tiene la Palabra, que lo hace Humano. Es Finito, y esa finitud está asociada a la Incertidumbre, que lo hace Humano.
Llevamos con nosotros el par contradictorio Finito-Infinito, que nos causa dolor.
Para “aliviar”, “simular”, “negar” ese dolor, muchos individuos buscan, se someten al dogma religioso, con la necesidad de quebrar el par contradictorio, y en un dios diluyen la finitud. Comprendo esta actitud y esta necesidad, es humana.
Unos y otros, los que llevan “a cuestas” y los que suponen no llevarlo, transitan y habitan el mismo territorio en la Tierra de los Hombres, con acciones similares que hacen su Sociabilidad.
Los Hombres tenemos el Pensamiento, al que refiero lo Infinito y tenemos la Palabra.
En el inicio del Pensamiento que es el inicio de la Palabra, en el inicio de la Palabra que es el inicio del Pensamiento, esto es: donde el inicio de uno, como inicio se diluye en el inicio del otro (Palabra y Pensamiento), al que señalo como “Lugar” o “Tópica”, le llamo “Significante”, ahí está el Inconsciente o Alma del Hombre.
Al Hombre lo define su humanidad o Espiritualidad, lo singulariza su Inconsciente o Alma.
El Hombre habita un territorio que es Propiedad Social. Constituye una Nación u otra, en la construcción de su mundo histórico. Mundo histórico y hablante que tiene los artificios necesarios, la Agricultura como “cuidar y abrigar”, la lectura, la escritura, el Arte, el Trabajo (que tendría que ser Trabajo=Crear).
Podemos pensar: el Hombre que habita su Tierra. Y que construye su camino, ya tiene todo.
Resumo esto, en: El Hombre comienza a tener dos apelaciones: de “lo que le hace falta” y de lo conforme a esencia. El Hombre no debe desoír la apelación de lo conforme a esencia. El Hombre no debe descuidar su “proximidad al Ser”.
El Hombre que es Finito, que sabe de su finitud y que simula su finitud, para poder amar, conocer y trabajar.
Pero la simulación de su finitud se le hace olvido o se le hace negación y luego, su quehacer es “la acumulación”. La construcción y acumulación de artificios que se convierten en objetos de poder.
El Hombre, que su quehacer es la acumulación de artificios, que se autonomizan, y no establece relación con los artificios, pero sí, con su hacer la acumulación como un ejercicio de poder. Y así construye sistemas, complicados que se complejizan, para producir y para acumular. Construye sistemas para administrar y reproducir la acumulación y sistemas de administración para el movimiento en lo público, que son sub-sistemas de la acumulación y de la apropiación. Sistemas de publicidades, atajos para los traslados porque la urgencia es el movilizador de su quehacer. Queda capturado, en la enajenación y el extrañamiento. Su construcción lo habita. Se habitan mutuamente.
Para su intención de aumentar y fortalecer su poder es inherente la creencia de poderse desarraigar de la Naturaleza. Y así, explota y lastima la Tierra, envenena el aire, el agua y el Hombre. Explota y domina. Y en el desarrollo de su intelecto construye las argumentaciones que les sostengan la acumulación, la apropiación y la esclavitud. En el desarrollo de su quehacer está su enfermedad, paradójicamente, ya que para el comienzo de su ambición tuvo que negar su finitud.
En el Preconsciente del Hombre, si no es en su Conciencia, debe estar la fugacidad de la Vida. Lo inextenso del Presente.
Así es que, todo lo construido por el Hombre lo enferma, lo priva de la intensidad de la Vida, le niega la Abundancia, lo ensordece para la apelación de lo conforme a esencia. Para debilitar lo que digo, el Hombre tiene entre las argumentaciones “la herencia” (acumula para dejarle a sus hijos, a sus mujeres, “a la patria”).
¿El Hombre olvida su finitud? ¿Desconoce o niega lo fugaz que es la Existencia?
La intención de escapar del par contradictorio Finito-Infinito, es fugar de la Existencia. No escapa de la servidumbre, construye sus Amos.
¿Por qué el Hombre construye un sistema de relaciones y quehaceres, poderoso, dañino, que se le autonomiza y lo enferma y lo lastima? El hombre se obnubila con el pensamiento calculador, que es el único que practica.
El Hombre pasa de la simulación, a la negación y al olvido de su Finitud
No podemos Extensificar la Vida.
Pero si debemos y podemos Intensificar la Vida.
Es paradójico que el Hombre ignore o niegue la Finitud, para construir un sistema que lo apresa, que le construye Amos, que le niega la libertad con una simulación armada por objetos del mismo sistema, que lo daña, que lo lastima y que lo priva de la Tranquilidad.
Este Tiempo de amenaza
es, Tiempo ya, de: Una pregunta por la Vida.
Escritor
Miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra