Mientras dios entraba, el monstruo de las petroleras ya está viviendo entre la selva.
La segunda Guerra Mundial no mato al aviador estadounidense Nate Saint, pero si los indígenas Waoranies de la amazonia Ecuatoriana. Este evento lo convertiría a él y a cuatro hombres más en el símbolo más inspirador para los evangélicos-cristianos norteamericanos. La noticia de sus muertes inundo la prensa y fortaleció el argumento de los EEUU de invertir dinero en las misiones en todo el mundo.