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El bosque de mis libros

libros
Descripción general de la obra
Se trata de un niño y tres niñas, Emiliano, Ara, Alva (en sueco se escribe con
“v”) y Matilda que ingresan por las páginas de un inmenso libro antiguo, al
bosque de los cuentos y de las poesías, donde, entre otras cosas, los árboles
dan libros. A partir de ese momento van a encontrarse con diferentes
escritores de literatura infantil y van a vivir junto a ellos algún suceso de la
vida de esos grandes creadores. Ellos, al final, también se harán escritores.
Las intervenciones de los personajes son en verso en brevísimas
apariciones por este viaje fantástico que es la vida. Otras son cantando
canciones o dialogando con melodías. Luego de la aparición de cada
personaje escritor, otros personajes colocan un árbol con libros en el
escenario, conformando así una escenografía en movimiento.
Personajes (un mismo actor o cantante puede interpretar varios personajes, sobre
todo los escritores)
niño Emiliano,
niña Ara,
niña Alva,
niña Matilda,
Hans Christian Andersen (Dinamarca), vestido de época, siglo XIX, pero
con alas de aeroplano.

El Escritor Anónimo, (personaje vestido con una túnica larga hasta los
pies y sostenida sobre un hombro con un gran broche. Sobre su cabeza
tiene una pequeña corona de ramitas de laurel, emula a Dante).
Jacob y Wilhelm Grimm (Alemania), vestidos como duendes.
Charles Perrault (Francia), con peluca de rulos al estilo siglo XVII y un
títere en su dedo pulgar.
Lewis Carroll (Inglaterra), aparece con una máquina antigua de fotografía
Gustavo Adolfo Bécquer (España), vestido muy elegantemente portando
una gran pluma.
Julio Verne (Francia), vestido de aviador antiguo.
Federico García Lorca (España), de camisa y pantalón, lleva dos
máscaras en sus manos.
Astrid Lindgren (Suecia), anciana de falda larga.
Horacio Quiroga (Uruguay), vestido de cazador que en lugar de arma
lleva una computadora
Gianni Rodari (Italia), vestido de cocinero
Katherine Paterson (Estados Unidos), vestida con un sombrero lleno de
flores
Geisha, muchacha japonesa vestida como tal.
Michio Mado (Japón), vestido como samurai.
Uri Orlev (Israel), vestido como hombre del desierto.
Ana María Machado (Brasil), vestida como bahiana, con sombrero de
frutas.
Lyman Frank Baum (Estados Unidos), vestido como un mago.
Tormod Haugen (Noruega), con sombrero con pluma y alas en su espalda
Tahar Ben Jelloun (Marruecos) vestido como hombre del desierto

“El bosque de mis libros” es una obra de dramaturgia de nuestro socio Ignacio Martínez que puede descargarse desde la web Dramaturgia uruguaya

Otoño en la rambla

otoño
El otoño suele sentirse como una estación de tránsito. La cruzamos entre la nostalgia del estío que acabamos de dejar y los preparativos que tomamos para enfrentar el filoso invierno que nos espera agazapado entre las luces de la próxima Navidad.

Más allá, mucho más allá, siempre juvenil y colorida, la primavera parece esperarnos en una cita de abriles y días de rosas y de libros. El otoño ha bajado a la Rambla. Y se nota. Ya no son tan jóvenes los turistas que la caminan, ya va mermando el verde de sus árboles, que resisten polución y otras amenazas. Y por las tardes, la gente pasea con una chaquetilla al hombro, “por si refresca”.

Las esforzadas y esforzados trabajadores de la limpieza bregan con impotencia (pasando la escoba de arriba a abajo o con una simpática máquina ad hoc) contra las hojas que parecen caer sin fin desde un cielo de selva. Una y otra vez. El otoño los vence. Las baldosas ondulantes de la Rambla se enmoquetan de naturaleza invencible como para demostrar que no hay brigada que, con toda la tecnología punta, pueda con ella.

Las estatuas vivientes esconden una o dos camisetas debajo del disfraz. Y aquellos que se muestran a pecho descubierto -indios, odaliscas, habitantes de neveras- ya están pensando qué nueva práctica y protectora imagen van a preparar para estos duros y no tan fructíferos meses. Hasta el perro de Paco -ese que le hace coro a su dueño en sus rítmicas salmodias- luce ahora más abrigado, dispuesto a resistir el frío y seguir, ahí, quietecito y dócil, soportando decenas de caricias y miles de fotografías. Hay una cordialidad otoñal en la Rambla. Una suave ralentización en el andar, en el aire seráfico del paseo. Todo parece más tranquilo y más cercano. Promedia la mañana con un solecito que “da gusto” y la tarde cae como una caricia. Los noctámbulos se guían por las luces de los kioscos que nunca duermen. La Rambla está de otoño. Siempre guapa.

El escritor y poeta Eduardo Mazo es miembro de la RIET. Este artículo fue publicado en el blog del autor y en el periódico La Vanguardia

Memorándum

burocracia
El lunes,
el aparato gubernamental
y la burocracia ministerial
me chuparán la sangre.

Espero que la hoja membretada
del memorándum 713
me corte las venas.

Quisiera que me dieran, al menos,
una carta de despido
en forma de poema.

Carla Striker, socia de la RIET, es una escritora y poetisa venezolana. El poema Memorándum ha sido publicado anteriormente en Letralia.

Trigales

trigalLa fiebre derrite el paisaje
Los girasoles no siguen al sol esa silueta
El trigal que conoce la ternura de una bala se ha espantado
El cielo no tolera más dioses que el azul
azul enrojecido de la cólera
azul donde los niños duelen
azul de un misionero evangelista dormido en los caminos
esperando el viento veloz que lo empuje al lienzo tembloroso
más allá de la desolada geografía del olvido
y la soledad es un viejo puerto adonde nunca irían los viajeros
árbol virgen de pájaros
paisaje taciturno y tosco encima de la vida
que posee mulos muy finos y anda a pie
Los pañuelos Vincent se pudren sin ondear
también el viento muere
Y el saludo semejante a una oreja huérfana como un ramo de flores
Me voy a tomar lecciones gratuitas en la gran universidad de la miseria
pero ella era tan amplia
pero ella era la gloria
pero ella
Y el polvo fue dios

El poeta cubano Alex Pausides, miembro de la RIET, publicó aquí este maravilloso poema que recogemos hoy

Relatos sobre la despoblación

despoblacionCarmenza García, profesora de refuerzo escolar, sentada en la terraza de su casa, escucha a su vecina:

-Señora Carmenza ¡le dije a su marido que nos escapáramos juntos y brincáramos por una paredilla!

-¿Qué? pregunta Carmenza disgustada.

-¡La voy a dejar sin marido, me voy con él!

-Y él ¿qué dice?

-¡Que la dejará a usted!

-¡Hagan lo que les dé la gana y a mí me dejan en paz!

la vecina riendo se retira. Carmenza tiembla y susurra: «Dios mío, Tú sabes cuánto he luchado por mantener este matrimonio y ahora parece que sí lo voy a perder…» Se concentró en su plegaria cuando escuchó un sonido fuerte, pensó que era la llanta de un carro que había explotado. de reojo vio como un hombre caía a sus pies. Se quedó pasmada. Cuando sintió otro sonido similar y supo que habían matado a alguien. Se volvió histérica. Gritaba, mesaba sus cabellos, lloraba. Habían matado al hijo de la vecina que antes le había dicho que se escaparía con su marido.

Los días fueron pasando. El esposo de Carmenza tenía más miedo que ella y supo, por comentarios, que había sido un ajuste de cuentas y que todos los conocidos del asesinado, serían investigados. Como nada sabía del muchacho, nada informaba, nada decía. Carmenza también tenía mucho miedo y le dijo:

-Tenemos que cambiar de vivienda, no soy capaz de salir ni a la tienda…para ir a dictar clases, tengo que coger buseta y a veces el dinero no me alcanza, entonces, muerta de miedo, me toca pedirle a cualquiera de mis alumnos que me acompañen hasta la casa…

-Es mejor que lo hagamos porque no sé hasta dónde voy a resistir la preguntadera de la gente, piensan que tenemos información y nos están montando la «cazadora»…

-¿Cómo así?

-Me preguntan cada rato ¿dónde está la profesora de refuerzo escolar? ¿quién es el abuelo que arregla motores de lavadoras? y lo peor es que vienen en carros de alta gama…

-Pero entonces quiere decir que son gente con plata ¿cómo vienen a buscar a unos trabajadores de clase humilde en lugar de buscarlos en los barrios de los ricos?

Carmenza, con su esposo cambiaron de barrio, pero hasta ese lugar fueron a preguntar por la profesora de refuerzo y el abuelo que arreglaba motores. No les quedó otro remedio que abandonar la ciudad, porque Carmenza había cogido delirio de persecución y los nervios estaban haciendo su «agosto con ella».

La socia de la RIET Amparo Montoya García es una escritora colombiana que ha cultivado los géneros de cuentos, relatos, novelas, ensayos, artículos de opinión, análisis literarios y poesía. Esta pieza la publicó anteriormente en el Club de escritura