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Muchachos de la prensa

Muchachos que salían a diario fotografiados en La Prensa acostados
con los ojos entrecerrados, los labios entreabiertos
como si se estuvieran riendo, como si estuvieran gozando.
Los de la horrenda lista.

O bien salían serios en sus fotitos de carnet, de pasaporte,
tal vez profundamente serios.
Muchachos que aumentaban a diario la lista del horror.

Uno fue a dar una vuelta por el barrio
y lo hallaron tirado en un predio montoso.
O salió para el trabajo, de su casa del barrio San Judas,
y no volvió más.
El que salió a comprar una Coca Cola a la esquina.
El que salió a ver a su novia y no volvió.
O sacado de su casa
y llevado en un jeep militar que se hundió en la noche.
Y después encontrado en la morgue,
o a un lado de la carretera en la Cuesta del Plomo,
o en un basurero.
Con los brazos quebrados,
los ojos sacados, la lengua cortada, los genitales arrancados.
O simplemente nunca aparecieron.
Los llevados por la patrulla del “Macho Negro” o de “Cara e’ León”
Los amontonados en la costa del lago detrás del Teatro Darío.

Lo único que quedó a las mamás de sus físicos,
la mirada brillantes, la sonrisa, planas, en un papel.
Cartulinas que las mamás mostraban como un tesoro en La Prensa.
(La imagen grabada en las entrañas: en esa cartulinita chiquita).
El del pelambre despeinado.
El de los ojos de venado asustado.
Este risueño, picaresco.
La muchacha de mirada melancólica.
Uno de perfil. O con la cabeza ladeada.
Pensativo uno. Otro con la camisa abierta.
Otro con bucles. O con el pelo en la cara. Con boina.
Otro borroso sonriendo debajo de sus bigotes.
Con la corbata de graduación.
La chavala sonriendo con el ceño fruncido.
La chavala en la foto que andaría su novio.
El muchacho en pose en la foto que le daría a su novia.

De veinte, de veintidós, de diciocho, de diecisiete, de quince años.
Los jóvenes matados por ser jóvenes. Porque
tener entre los quince y los veinticinco años en Nicaragua era ilegal.
Y pareció que Nicaragua iba a quedar sin jóvenes.
Y después del triunfo hasta me sorprendí a veces, de pronto,
ante un joven que en una concentración me saludaba
(yo preguntándole en mi interior: “¿Y vos cómo escapaste?”)
Se les temió por jóvenes.

Ustedes los agarrados por la guardia. Los “amados de los dioses”.
Los griegos dijeron que los amados de los dioses mueren jóvenes.

Será, pienso yo, porque los siempre quedaron jóvenes.
Los otros podrán envejecer mucho pero para ellos
aquellos estarán siempre jóvenes y frescos,
la frente tersa, el pelo negro.
La romana de pelo rubio que murió quedó siempre rubia en el recuerdo.

Pero ustedes, digo yo, no son los que no envejecieron
porque quedaron jóvenes (efímeramente) en el recuerdo
de los que también morirían.
Ustedes estarán jóvenes porque siempre habrá jóvenes en Nicaragua
y los jóvenes de Nicaragua serán ya todos revolucionarios, por
las muertes de ustedes que fueron tantos, los matados a diario.
Ellos serán ustedes otra vez, en vidas siempre renovadas,
nuevos, como nuevo es cada amanecer.

Este poema de Ernesto Cardenal está recogido en este artículo de Niú
La RIET comparte plenamente que esta obra parece escrita hoy mismo

Siempre se ha podido

barri
Pocos saben que el barrio de la Albada de Tarragona es la demostración palpable que sí, que se puede, desde muchos años antes de que el partido lila proclamara ese lema. En estos últimos días, he descubierto que incluso muchos políticos locales desconocen la historia de la Albada. Casualidades de la vida, mi gran amigo y colaborador Ángel Moreno –el “Angelillo”-es el pregonero de las fiestas del barrio, así que aprovecho este guiño del azar para reivindicar la lucha vecinal que lo hizo posible.

Situémonos casi 40 años atrás. Los hijos que habían crecido en barrio de Riuclar –aquellos barrios sociales surgidos en pleno franquismo- no querían abandonar su entorno, pero aspiraban a mejores condiciones de vida y más dignas.

Este es el embrión de un proyecto apasionante que la Asociación de Vecinos, que por aquel entonces yo presidía coordinó y batalló hasta conseguir un barrio nuevo.

Era todo un proyecto social en régimen cooperativista, hecho a gusto de los vecinos, con amplias zonas verdes, con casas bonitas y un espacio hecho casi a medida para las familias. Incluso la rambla la pintamos de rojo para que fuera vistosa y transmitiera fuerza y energía.

Cargado de aspiraciones y con los avales de 130 vecinos interesados en comprar allí sus casas, visité personalmente promotores y constructores del cinturón rojo de Barcelona y ladrillo a ladrillo, ilusión a ilusión y trabajo a trabajo, alzamos el nuevo barrio. Y demostramos que se podía, pese al escaso apoyo del alcalde, Joan Miquel Nadal e incluso de algunos vecinos, que lo llamaron durante un tiempo la Floresta 2.

Mediterrània también nació en Riuclar como una vocalía de Medio Ambiente de la federación vecinal. El nombre de Albada se escogió en las oficinas de Mediterrània por votación y no significa amanecer, como muchos piensan equivocadamente por analogía con alba, sino que la albada es una planta mediterránea muy típica en Tarragona. También el escudo del barrio lo diseñamos en la sede de Mediterrània.

Muchos desconocen que la glorieta de la plaza Catalunya está inspirada en unas que fuimos a visitar a Navarra ni que la apisonadora antigua, instalada como decoración urbana, la trajimos desde Salou, donde la había abandonado una constructora, con el apoyo del concejal responsable de las brigadas municipales, Manuel del Amo.

Los vecinos la pintamos de amarillo para protegerla y embellecerla. Muy cerca, también luce un arado antiguo procedente de una casa vieja que derribaron y que es una donación mía para personalizar este espacio urbano.

Otra curiosidad que merece la pena explicar es que muchos de los árboles de Riuclar los plantamos los vecinos y llevan el nombre de los que entonces eran niños y hoy día, tienen sus propios hijos.

Es la historia de un barrio que, si no se cuenta, se perderá. Esto también es memoria histórica local que merece saberse. Si se olvida que sí se puede, llegará un mal día que no se podrá.

Ángel Juárez Almendros es presidente de Mare Terra Fundació Mediterrània, de la Coordinadora d’Entitats de Tarragona y de la Red de Escritores por la Tierra.

Editan poemas inéditos del intelectual Rovira i Virgili

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Publicado un nuevo libro con poemas inéditos del político, periodista, escritor, poeta e intelectual tarraconense Antoni Rovira i Virgili, ‘La collita tardana’, con el apoyo de la Universitat Rovira i Virgili (URV) y de la Diputación de Tarragona.

La edición del volumen (Obrador Edèndum, 2019) ha ido a cargo de Elena de la Cruz Vergari, doctora europea en Filología Románica. Se trata de una antología de poemas inéditos del periodista y político tarraconense (Tarragona 1882 – Perpiñán 1949), escritos en los últimos años de su vida en la Cataluña Norte, donde se exilió en 1939 a resultas de la Guerra Civil española.
El volumen recoge unas 150 poesías de aire clásico, popular o épico, muchas de las cuales dedicadas a los paisajes de su infancia (Reus, Valls, el Vendrell …) y también a los de su vejez (Perpiñán, Ceret, Prades …). Otras obras, más íntimos, indagan sobre la naturaleza, el amor o la vida y es clave para conocer la figura de Rovira i Virgili de una manera más íntima y directa.

Al mismo tiempo, sus poemas ofrecen “un testigo de los paisajes físicos y psíquicos que configuran los últimos años de un intelectual exiliado que suspiraba y trabajaba incansablemente por la restitución de las libertades”, según De la Cruz. La publicación de este libro se produce dos años después de la aparición de otro volumen dedicado al autor, ‘La cosecha tardía’, que también contó con el apoyo de la Diputación de Tarragona y de la URV.

Clamor en contra de los plásticos en el mar

Ya hace 28 años seguidos que Mare Terra Fundació Mediterrània convoca una jornada anual de sensibilización para mantener la playa limpia. Os invitamos a ver la acción de este año, en la que no han faltado incluso sirenas

Síntomas, síndromes, complejos

planetSíntomas, síndromes, complejos…fácil diagnóstico tiene la sociedad actual: conformismo crónico. Tener o retener lo que se merece no sólo depende de la intencionalidad, también de la nacionalidad. Factores externos que confluyan en favorecer los propósitos, minan la línea de accesibilidad por conseguir el mito de la meta. Fatigados de abrupta corrupción, bocas secas por entablar cantinelas de bar llenas de queja, pérdidas de apetito por no llevar a la boca ni muerdo ni bocado, insomnio por no saber ya contar ovejas que puedan llegar a saltar del desahucio o logren balar el próximo alquiler, alergia al intruso y al uso político…estos, entre otros, son unos de los síntomas que a día de hoy padece sufrir la gran “empeoría” de la población.

Médicos infiltrados, que envenenados inyectan suero ilógico a estos síntomas, mantienen aún sus impolutas e imputables batas operando a rostro abierto, y sin alma, la dolosa, dañina y deforme enfermedad de la desesperación. Impotencia y pesimismo, junto con el ya diagnosticado y crónico conformismo, nada más pueden “derribar” a un estado de la vida al que llaman muerte. Esta suerte es todavía remediable, siempre y cuando, saquemos de en medio los medios que tienen como remedio los médicos que nos tratan…de engañar. No se muere únicamente dejando de latir, también desfalleciendo por intentar abrir los ojos y seguir viendo como no podemos mover nuestra utilidad. Parece también que sigamos haciéndonos los suecos ante nuestro problema capital y suframos como el amor de la rana, en silencio, el síndrome de Estocolmo. Seguimos dando muestras de cariño a nuestros carceleros. ¿Alguien lo entiende?
Entre Peter Pan con su síndrome de falta de madurez, y Alicia en el país de las maravillas en el que sólo veía alegría y en pequeño, parece que vivamos sin ¡vivas! dentro de una película de desdibujados ánimos. Cuando se acaben las palomitas y empecemos a vernos envejecidos de aburrimiento y hambre, será cuando daremos el salto a la gran pantalla protagonizando sin play ni backs la revolución de las masas. Es más fácil la solución que el complejo que afrontamos ante el problema.
Inconformismo en pastillas, jarabe de lucha y supositorios de nitroglicerina a los que nos dan por…perdidos.

Por Oscar Molero, miembro de la RIET