En la fiesta del Cuerpo de Cristo dejaré mi fluctuar en alturas abisales. Acariciaré una por una mis arrugas, revelaré historias en mis cabellos blancos, tomaré con la punta de los dedos mi perfil interior. No recurriré al bisturí de las falsas impresiones. Ni al espectro de la delgadez anoréxica. El tiempo proseguirá masajeando mis músculos hasta volverlos flácidos como las delicadezas del espíritu.