Retroceder no sólo es una decisión de cobardes también puede llegar ser un defecto de valentía”. Plante y temor aparte, está claro que el virus de la evolución retrógrada instalado sin antídoto en la desprogramada ruta del actual gobierno, nos ha cambiado la luna con parabrisas de nuestro frente por un tremendo y feo retrovisor. La óptica visionaria y alentadora, que en demasía asumía el abuso del endeudamiento hasta hace apenas meses, no era sostenible de ninguna de las deformadas maneras pero lo es tampoco este desdén de soberanas sobreactuaciones en diferido por parte de los moderados políticos, en aumento, y asalariados en detrimento de sus vasallos.