Todos hemos visto cómo una niña da de beber a una muñeca, aunque ella sepa perfectamente que las muñecas no beben, igual que los niños conversan con los perros como si éstos fueran capaces de responder en el mismo lenguaje.
Es imprescindible para nuestra salud síquica disfrutar al máximo, en la infancia, nuestro universo onírico. Aunque las muñecas no beban el jugo que les ofrecemos, ni los perros puedan entablar diálogo con una persona, ésta atribuye a la muñeca y al animal estados emocionales propios de los seres humanos.
Todo niño es un actor/actriz, capaz de desempeñar múltiples papeles. La niña es madre, hermana, abuela, profesora y médica de la muñeca. Se da interacción entre las dos. La muñeca, gracias a la proyección onírica de la niña, responde, llora, come, bebe y defeca.