Pertenece a la cultura popular del fútbol abuchear a ciertos jugadores, a los jueces y, finalmente, a alguna autoridad presente. Los insultos e insultos con palabras soeces que hasta los niños pueden escuchar es algo inaudito en el fútbol en Brasil. Se dirigieron a la más alta autoridad del país, a la presidenta Dilma Rousseff, situada en la parte posterior de la tribuna oficial.