Fueron las últimas palabras de George Floyd: “No puedo respirar”. Yo tampoco. No logro respirar en este Brasil (des)gobernado por militares que amenazan las instituciones democráticas y exaltan el golpe de Estado de 1964 que implantó 21 años de dictadura; elogian a torturadores y escuadrones de la muerte; establecen un toma y daca con notorios corruptos del Centrão;[1] plagian ostensiblemente a los nazis; manipulan símbolos judíos: traman, en reuniones ministeriales, cómo actuar fuera de la ley; profieren palabrotas en reuniones oficiales, como si estuvieran en un antro de facinerosos; se burlan de quien observa los protocolos de prevención de la pandemia y salen a las calles, indiferentes a los 30 mil muertos y sus familias, como para celebrar tamaña letalidad. Leer más →
Después del confinamiento, toca cambio
El confinamiento provocado por la pandemia del coronavirus está destapando nuestra sociedad. Se están poniendo capas de héroes a nuevas personas, y quitando las mascaretas a otras. Leer más →
Va de retro
Retroceder no sólo es una decisión de cobardes también puede llegar ser un defecto de valentía”. Plante y temor aparte, está claro que el virus de la evolución retrógrada instalado sin antídoto en la desprogramada ruta del actual gobierno, nos ha cambiado la luna con parabrisas de nuestro frente por un tremendo y feo retrovisor. La óptica visionaria y alentadora, que en demasía asumía el abuso del endeudamiento hasta hace apenas meses, no era sostenible de ninguna de las deformadas maneras pero lo es tampoco este desdén de soberanas sobreactuaciones en diferido por parte de los moderados políticos, en aumento, y asalariados en detrimento de sus vasallos.