Tengo vivos recuerdos del cuartelazo de 1964. Desde 1962 yo había cambiado Belo Horizonte por Rio de Janeiro. Janio Quadros, en agosto de 1961, había renunciado a la presidencia de la República. Jango, su vice, le sucedió. El Brasil clamaba por reformas de base: agraria, política, tributaria, etc. En Rio Grande do Sul el diputado federal y exgobernador de aquel estado, Leonel Brizola, cuñado de Jango, advertía sobre el peligro de un golpe de Estado.
En Pernambuco, Miguel Arraes contrariaba a los empresarios y terratenientes e imprimía a su gobierno un carácter popular. En Amgicos (RN), Paulo Freire gestaba su pedagogía del oprimido. El MEB (Movimiento de Educación de Base) daba sus primeros pasos apoyado por el ala progresista de la Iglesia Católica. La UNE multiplicaba por todo el país los CPC (Centros Populares de Cultura). El adjetivo “nuevo” identificaba al país: nuevo cine, bossa nova, nueva poesía, nueva capital…