Por Oscar Molero
Síntomas, síndromes, complejos…fácil diagnóstico tiene la sociedad actual: conformismo crónico. Tener o retener lo que se merece no sólo depende de la intencionalidad, también de la nacionalidad. Factores externos que confluyan en favorecer los propósitos, minan la línea de accesibilidad por conseguir el mito de la meta. Fatigados de abrupta corrupción, bocas secas por entablar cantinelas de bar llenas de queja, pérdidas de apetito por no llevar a la boca ni muerdo ni bocado, insomnio por no saber ya contar ovejas que puedan llegar a saltar del desahucio o logren balar el próximo alquiler, alergia al intruso y al uso político…estos, entre otros, son unos de los síntomas que a día de hoy padece sufrir la gran “empeoría” de la población.
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