La pasada semana publicamos un artículo del presidente de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET), Ángel Juárez, titulado ‘Militante del sentido común‘. Uno de los miembros de la RIET, el profesor y biólogo Antonio Rubio, se sintió conmovido con este escrito. Le ha inspirado tanto que ha creado un texto (‘La alegría de los naufragios’) y un poema (‘Algunos lo avisaron‘). Este hecho nos alegra profundamente, ya que uno de los objetivos de la RIET es la conexión entre todos sus miembros. ¡Ojalá estos escritos de Antonio Rubio también inspiran a alguien!
‘La alegría de los naufragios’
Leo el artículo de Ángel Juárez publicado en estas páginas hace unos días y ando ya buscando la sede del partido del sentido común para afiliarme. Comparto con Juárez el desapego hacia este modelo político en el que los representantes han pasado, de ser nuestros gestores, a ser los señores del castillo; esos señores a los que, según nos quieren hacer creer, debemos pleitesía. También a diario me desayuno con la desazón, el desengaño y hasta el enfado.
Pero compruebo con esperanza que en España, y en todo el mundo, van surgiendo voces nuevas -y al parecer escuchadas- en desacuerdo con este sistema. Si: hablo de Podemos y de otras iniciativas ciudadanas, y aviso de que esto que digo no debe ser tomado en ningún caso como una declaración de mi intención de voto. Solo constato el que por fin estamos reaccionando. Ahí está la alegría.
No obstante, recibo un poso de tristeza. Durante años hemos soportado en silencio que nos roben lo importante: que nos quiten la solidaridad, que relativicemos la ética, que la moral, la bondad, el respeto hacia el otro, el amor en fin, se hayan convertido en valores secundarios… Solo cuando nos han quitado el dinero, cuando nos han “tocado el bolsillo”, hemos reaccionado. Solo la pérdida del poder adquisitivo – ese término horroroso mezcla de poder y adquisición- nos ha hecho levantarnos indignados. Aquí tenemos el naufragio. Por supuesto que el dinero es importante, es un mal necesario, pero no puedo ponerlo por encima de las personas.
Hace unos años, durante una primavera, un 15 de mayo, sucedió algo aquí en España que movió los cimientos del andamio que entre todos hemos construido. No es necesario que os lo recuerde. Allí se habló de economía, de dinero, claro, pero también de otras cosas que han sido silenciadas: se habló de la paz y la no-violencia, se habló de desarrollo humano, se habló de cultura, se habló de la injusticia, se habló de la igualdad entre las mujeres y los hombres, de la igualdad entre las personas y los pueblos, se habló de Dios y de los dioses (no soy religioso. Como Laplace, “no necesito esa hipótesis” para hacer el bien), se habló de humanidad, se habló en definitiva de la esperanza y del sentido común. Se sentaron las bases del partido de Ángel Juárez.
No quiero olvidar mi corazón 15 M. Por eso comparto con vosotros este poema escrito cuando entonces. Y que nada ni nadie, ni siquiera un naufragio, nos robe la sonrisa.
Antonio Rubio
Nota: La alegría de los naufragios fue el título -tan aparentemente paradójico y tan puramente poético- que eligieron Huerga y Fierro Editores para su revista de poesía. Me lo apropio como encabezado de este comentario porque expresa a la perfección lo que en él quiero decir. Por otro lado, perdonad mi ignorancia; pudiera ser que ese título sea parte de un poema que desconozco. Si alguno de vosotros sabéis algo sobre el particular, os agradeceré la información.
