Joaquín Araújo es un conocido naturalista, periodista, escritor, director editorial y miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET). En su artículo de hoy (publicado originalmente en su blog del diario ‘El Mundo’) Araújo nos habla de una palabra que (de momento) no existe, pero se explica por sí misma, y de un modo más general reflexiona sobre el turismo ornitológico y todas las consecuencias positivas que puede tener este modelo.
‘Avestar’
En efecto. La palabra que titula este blog no existe pero a uno le encantaría que fuera incluida en los diccionarios como otras muchas que he ido inventando para nombrar lo que casi nadie percibe como no bautizado. Me refiero a miles de seres vivos, sus conductas y lenguajes que no cuentan todavía con término alguno que los identifique. Por eso mismo la Natura es todavía, en su mayor parte, una desconocida.
Aunque así no lo llamo más que yo, avestar es algo que se hace. Mucho y desde hace mucho. En realidad sería equivalente a pajarear, observar/avistar aves. La propuesta de que la ornitología tenga como sinónimo el estar viendo aves -avestar, insisto – podría tener mejor destino que la soledad. En fin lo importante es contarles que acabo de estar avestando en los aguazales de Alcudia, isla de Mallorca.
Magnífico lugar desde cualquier punto de vista. Agraciado por las concurrencias y coincidencias que son la hospitalidad, un clima suave y una dieta visual de las mejores, es decir verde y roca, mar y vivacidad.
Pero también por lo que cada día se va convirtiendo en una más seguida y atalantadora forma de emplear el tiempo vacacional. Me refiero por supuesto al turismo ornitológico. Al hecho de que allí se puede disfrutar de la contemplación e identificación de un centenar largo de especies, en primavera, y más del doble a lo largo del resto del año. Que las lagunas costeras y, sobre todo, su gran albufera, ya muy recuperada de pasados a olvidar, acogen a cuantías muy notables de criaturas aladas que deslumbran por sus colores, formas y movimientos. El creciente número de turistas que portan prismáticos son un certificado de un enorme potencial. Todo indica que merece la pena diversificar más aún la oferta turística hacia la forma más sencilla y menos contaminante de entretenimiento. Sobre todo en lugares tan masificados como nuestros archipiélagos.
Es más, la oferta de Alcudia se suma a las que cunden en Cataluña, Extremadura, Madrid y Andalucía. Todas culminan en otras tantas ferias internacionales de turismo ornitológico y de naturaleza.
Enhorabuena, pues, a los regidores de este rincón mallorquín por incorporar la belleza renovable de la fauna, de la Natura entera, al viejo y controvertido turismo de sol y playa.
GRACIAS Y QUE AVESTÉIS MUCHAS AVES QUE SIN DUDA OS ATALANTARÁN
Joaquín Araújo