Manuel de Medio es periodista y miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET). El artículo que os presentamos hoy (que fue publicado originalmente en el blog del autor ‘Cartas para Nacho‘) se titula ’Cuba’, y en él nos habla sobre el futuro que se avecina para este país tan especial en el que “si hay grises es porque ya no queda pintura para borrarlo”.
‘Cuba’
No te extrañes si cuando vas conduciendo por una de sus carreteras alguien, en lugar de adelantarte, se coloca a tu lado, te pide que bajes el cristal de la ventanilla del coche y a viva voz te pregunte a la velocidad a que vas. No es la Policía, simplemente es que a su auto se le averió hace años el indicador de velocidad y te lo pregunta para saber a la velocidad a la que va.
Si vas de europeo rico, te la dan. Nadie como ellos para seducirte. Cádiz es La Habana con más salero y La Habana es Cádiz con más negritos.
Un café solicitado en una cafetería es un problema burocrático. Está el encargado de ponerte el café, el supervisor de la leche y el que te cobra. Tres personas y un café.
La Habana, el Malecón, es una hermosa ventana que siempre mira a la esperanza. En eso Cuba es muy gallega. Siempre oteando al mar para ver si le trae buenas noticias.
A Cuba se la quiere. No hemos asimilado que se fue. Un autobús urbano de línea pintado en naranja lleva impreso en sus laterales “Transportes Urbanos de Sevilla”. Te dan ganas de cogerlo y solicitar la parada de “La Resolana”.
Si te quedas de huésped en una de las habitaciones de La Habana, comerás lo que ese día haya podido conseguir tu anfitriona. Un día arroz, otro langosta. Así, sin matices. Sin grises. Te sabrá a gloria. Y tendrá mucho “son”. Y mucho color.
Sobre todo color. No sólo verde oliva. A los cubanos les gusta el color. Si hay grises es porque ya no queda pintura para borrarlo.
Un 25 de noviembre de 1956 partía de México un yate comprado a una empresa estadounidense que llevaba por nombre Granma. Embarcados en el Granma, un grupo de exiliados cubanos liderados por Fidel Castro. Un 25 de noviembre de 2016 moría Fidel, el Comandante.
Para unos, un dictador; para otros el líder que supo defender la aldea de Astérix frente a los romanos. Un personaje histórico, sin duda.
En Santiago, en La Habana, no pidas un “cubalibre”; mejor, ron con cola. No hieras susceptibilidades.
Definitivamente se nos fue el siglo XX con sus hermosos resultados. Con sus monstruosas miserias. Sus líderes, algunos heroicos y otros funestos. Éramos unos ilusos.
Ahora, ya maduros y “vueltos de rosca”, sólo nos queda mirar desde el Malecón. Seguir anhelando algo de esperanza rodeados de un amanecer al que sólo La Habana sabe darle color. Tranquilizar a nuestro vecino porque el coche va a la velocidad correcta y advertirle que no pise la raya blanca de la carretera. Eso es más peligroso. Y ni los coches fúnebres se libran de una multa en Cuba, de esa infracción.
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Manuel de Medio