La vida de Patricia Campos (Onda, 1977) jamás ha sido sencilla, pero su espíritu de lucha y su admirable fortaleza le han servido para superar las dificultades y convertirse en un ejemplo para todos. Campos ha sufrido en sus carnes las penurias del machismo y la homofobia. ¿Su pecado? Ser mujer en un mundo tradicionalmente de hombres. ¿Su segundo pecado? Que eso no le importase lo más mínimo. Por eso ha sido pionera (más de una vez) y revolucionaria. Su vida ha sido una carrera de obstáculos que, hasta el momento, siempre ha sorteado con éxito.
Patricia Campos fue la primera mujer de la historia en ser piloto de las Fuerzas Armadas Españolas. Durante ocho años pilotó un avión reactor y eso la hacía feliz (volar es una de sus pasiones). Pero su día a día en el ejército no era fácil, debido al espíritu machista de la institución. De hecho, prefirió esconder su homosexualidad para evitar sufrir represalias. Harta de no sentirse respetada ni como mujer ni como lesbiana, decidió cambiar su destino. Y aterrizó, otra vez, en un mundo plagado de hombres: el fútbol. Y de nuevo hizo historia, ya que se convirtió en la primera entrenadora española profesional tanto en Europa como en Estados Unidos.
Además de romper múltiples barreras y de abrir el camino para futuras generaciones, Patricia Campos también ha tenido tiempo de convertirse en voluntaria en Uganda (con proyectos para mejorar la vida de mujeres infectadas con VIH) y de escribir su autobiografía, titulada ‘Tierra, mar y aire. El testimonio de una mujer que quiso cambiar el mundo’.
Se le otorga un Premi Ones (Reconocimiento de la RIET) por ser una pionera y demostrar que no hay barreras insalvables si existe fuerza de voluntad suficiente, por su trabajo incansable defendiendo la igualdad de género y la paridad social, y por llevar a cabo proyectos solidarios para mejorar la calidad de vida de mujeres infectadas con VIH en África.
