El profesor, político, exdirector general de la UNESCO y miembro del Comité Honorífico de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET), Federico Mayor Zaragoza, sigue muy activo en su blog en el que sigue denunciando todo lo que no funciona en nuestro mundo. En su artículo de hoy, ‘Nosotros, los pueblos’, Zaragoza cree que ha llegado el momento de movilizarse y alzar la voz (aunque sea de manera digital) para salvar el planeta.
‘Nosotros, los pueblos’
Ahora sí, de forma inaplazable, son “los pueblos” los que deben tomar en sus manos, las riendas de su destino. Ahora, sí, “Nosotros los pueblos”, como lúcidamente establece la primera frase de la Carta de las Naciones Unidas, porque los gobernantes se hallan, en su inmensa mayoría, amilanados, ofuscados, silenciosos, silenciados.
· El pacto nuclear con Irán: Trump y Netanyahu están haciendo exactamente lo contrario de lo que se había conseguido con el Presidente Barack Obama. Y el espectro del inmenso y delictivo error y horror de la invasión de Irak se cierne de nuevo sobre el mundo entero.
· Y la apremiante acción que requieren los Objetivos de Desarrollo Sostenible y Acuerdos sobre el Cambio Climático: la puesta en práctica de ambos era la esperanza para el cumplimiento de las responsabilidades intergeneracionales, que ahora quedan de nuevo postergadas, con una amenaza especialmente tenebrosa -porque se trata de procesos irreversibles- para la calidad de vida y futura habitabilidad de la Tierra.
· Y, eso sí, los grandes productores de armas se frotan las manos, porque los presupuestos de defensa –más de 4000 millones de dólares al día al tiempo que mueren de hambre miles de personas, la mayoría niñas y niños de uno a cinco años de edad- se incrementan al ritmo trepidante de los tambores de guerra de Trump.
· Y la tragicomedia de Corea del Norte se exhibe, antes de que fuera descubierta, como una victoria del magnate norteamericano.
· El neoliberalismo marginó el multilateralismo democrático y puso la gobernanza mundial en manos de los grupos plutocráticos G6, G7, G8, G20… (en realidad sólo hay un G1 y un G2), que se han revelado, como era de esperar, incapaces de formular y aplicar políticas de progreso y bienestar que respeten la igual dignidad humana.
· La brecha social no deja de aumentar, y las amenazas globales de la extrema pobreza, el cambio climático y la guerra nuclear no se están abordando a tiempo.
· Por si fuera poco, el gran dominio (militar, financiero, energético…) incluía al mediático, habiendo convertido a la inmensa mayoría de los medios de comunicación en “la voz de su amo”. Los informativos son noticieros y buena parte de sus mensajes son sesgados y no reflejan lo que realmente acontece.
· Para colmar el vaso, la represión inhumana perpetrada en Gaza por el dúo Netanyahu-Trump. ¡El Primer Ministro de Israel hablando de la “solución letal”! ¡Qué afrenta más grave a la humanidad en su conjunto! ¡Qué vergüenza…! El silencio que guardan los líderes europeos es un silencio culposo. No debemos permitirlo.
· Los seres humanos, que ahora ya pueden expresarse, gracias a la tecnología digital, se distraen (“los medios son armas de distracción masiva” ha indicado sagazmente Soledad Gallego) y no son actores sino espectadores impasibles.
· La mujer se está convirtiendo en la “piedra angular” de la nueva era, como tan acertadamente manifestó el Presidente Nelson Mandela en 1996, porque “la mujer sólo excepcionalmente utiliza la fuerza cuando el hombre sólo excepcionalmente no la utiliza”.
Ahora sí, “Nosotros, los pueblos…” con grandes clamores presenciales y, sobre todo, en el ciberespacio. El único lenguaje que entendería el Presidente Trump sería que millones y millones de personas escribieran en sus móviles que, si no modifica de inmediato su política medioambiental y de habitabilidad de la Tierra para las generaciones venideras, dejarán de adquirir productos norteamericanos… Es tiempo de alzar la voz. “Nos quedará la palabra”, dijo Blas Infante.
Ahora sí. No podemos permanecer silenciosos. Seríamos cómplices.
Delito de silencio.
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Federico Mayor Zaragoza