Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET)

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Raúl de Tapia: ‘Macacos en cárceles de acebuche’

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Raúl de Tapia es biólogo, director de la Fundación Tormes-EB y miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET). También es un colaborador habitual del programa ‘El bosque habitado’ de Radio 3 bajo el seudónimo de Raúl Alcanduerca. Una de sus últimas intervenciones en este programa radiofónico (al que hemos galardonado con un Premi Ones Mediterrània) se titula ‘Macacos en cárceles de acebuche’. Si queréis leer más intervenciones de otros autores, lo podéis hacer en la página de Facebook de ‘El bosque habitado’, aunque nosotros lo que realmente os recomendamos es que escuchéis el programa atentamente.

‘Macacos en cárceles de acebuche’

Desde lo alto puede ver el mar, bajo esa sombra cálida y aromática. Ve los riscos enamorados de la espuma y las manadas de humanos que vienen y van. Cuando aprieta el sol se agazapa entre los acebuches, añorando los cedros eternos del Atlas. Esos árboles poderosos como cíclopes y generosos como el hogar.

Ahora vive entre olivos salvajes y perdices de Berbería. Aquel inglés caprichoso y robusto le sacó de la cordillera. Ese británico mandón tenía pensamientos extraños: mientras sus congéneres primates vivieran en ese Peñón, nunca dejarían de ser los dueños. Y se dicen racionales…

Hoy deambula curioso por los pedregales y tiene profundidades en la mirada.

El ritmo de los coches se detiene y deja de ser pedigüeño de viandas a cambio de fotos. Vuelve a su peña, seducido por los balsámicos vapores del zambujo. Estos olivos montaraces le agradan, sus espinas le rascan la espalda y los frutos le nutren de alegrías. Y es que las acebuchinas le acercan cada otoño esos bandos de emplumadas. Los pequeños seres alados que paran unos instantes antes de cruzar el mar. Goza al observarlos, al intentar jugar por unos minutos en persecuciones inútiles. Luego, cuando marchan queda triste, mordisqueando algunas hojas redondas como galletas del desconsuelo.

Creo que envidia a las migradoras. Si viviera en el Reino de Oz le pediría al mago un par de alas, para salvar solo los kilómetros que dista de sus cedros. Sabe que no será, nunca será un mono alado. Por eso sonríe con tristeza.

Otro primate, de nombre Miguel y lágrimas de cebolla, escribió por él estos versos:

Sonreír con la alegre tristeza del olivo
esperar, no cansarse de esperar alegría
Sonriamos, doremos la luz cada día
en esta alegre y triste vanidad de ser vivo.

.Raúl de Tapia

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