Nuevo artículo del impulsor y presidente de la Red Internacional de Escritores por la Tierra, Ángel Juárez. En esta ocasión, el activista y poeta reflexiona sobre uno de los grandes males que azotan a España y muchísimos países latinoamericanos: la corrupción política. Para Juárez, la solución pasa por guardar los carnets políticos en el cajón y pasar a militar en un partido muy especial en el que todo el mundo tiene cabida: el sentido común.
‘Militante del sentido común’
Suena el despertador. Alargo cinco minutos mi estancia en la cama y me levanto. Voy a la ducha, y después a desayunar. Me gusta ver el amanecer con la taza de café en la mano. Son momentos sagrados, que hacen que me sienta vivo. Pongo las noticias. En el informativo anuncian un nuevo caso de corrupción política en España. Apuro el café y me voy a trabajar. Es una mañana cualquiera. Sin sobresaltos ni sorpresas. Es nuestra rutina. Esta asquerosa rutina a la que desgraciadamente nos hemos acostumbrado en este país.
Si hay algún estadista en la sala le animo a que coja los diarios de los últimos años y analice el número de casos de corrupción que han saltado a la luz durante este tiempo. Aunque sea a ojo de buen cubero, estoy convencido de que la media diaria no es inferior a uno. Es triste, muy triste, pero lo cierto es que la corrupción ha pasado a formar parte de nuestra rutina al mismo nivel que la (perversa) alarma del despertador o el café con leche.
Partiendo de esta base, cada vez me hacen más gracia (por decirlo de una forma suave) las personas que reivindican las derechas o las izquierdas (o el centro) como si la posición ideológica tuviera alguna vela en este entierro. Especialmente teniendo en cuenta que todos los partidos políticos tienen un papel destacado en este lamentable vodevil. Por todo ello, he llegado a la conclusión de que muchos de los que defienden la labor de estas formaciones (PP, PSOE, IU, CiU y un larguísimo etcétera) viven de espaldas a la realidad. O son unos inconscientes. O, lo que todavía es peor, se lo hacen.
Y ojo, que tener una ideología y unos principios es algo sano y necesario. En mi caso, siempre he sido (y sigo siendo) de izquierdas. Pero la retahíla de casos de corrupción y la insoportable situación social, me hacen pensar que hemos llegado a un punto en el que tenemos que ir más allá. Por este motivo, hace mucho tiempo que decidí militar en el partido del sentido común, la coherencia y la justicia social.
En mi opinión, ante las elecciones que se presentan (municipales, generales y quién sabe si plebiscitarias en Catalunya), aquellos que tengan el carnet de un partido deberían guardarlo en un cajón, olvidar sus sentimientos y los buenos tiempos pretéritos y hacer caso a su sentido común. Porque los días están pasando y hay demasiadas cosas que no han cambiando: desahucios injustos, colas en los comedores sociales, bancos que salvan a los poderosos, una justicia con una visión excelente y un pueblo con cada vez menos derechos (y más exigencias). Y sólo podemos viajar en un tren que nos aleje de todo esto: el del sentido común.
Llevo cuatro décadas al frente de movimientos sociales y nunca había visto tanta pasividad ante una situación peor. Olvidamos con demasiada frecuencia que los políticos son nuestros empleados, y que si no nos gustan tenemos la oportunidad de ponerlos de patitas en la calle. Y sólo hay que ojear el diario (un día cualquiera y no importa cuál escojáis) para comprobar que los partidos que llevan tanto tiempo en el poder (y en la oposición) han hecho méritos suficientes como para que les castiguemos.
No es una cuestión de ideología, ni de izquierdas ni de derechas (ni de centro), ni de afinidad ni simpatía. Es algo tan simple como tener sentido común. Un sentido común que tenemos que activar cada día si realmente queremos ser un país mejor y no sentir vergüenza ajena cada vez que leemos las noticias.
Ángel Juárez Almendros. Presidente de Mare Terra Fundació Mediterrània y de la Red Internacional de Escritores por la Tierra