Joaquín Araujo es un conocido naturalista, periodista, escritor, director editorial y miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET). También mantiene un blog en el diario ‘El Mundo’ que actualiza con asiduidad y que os invitamos a seguir. Su último artículo en dicha bitácora se titula ‘Cultura, paisaje y diálogo’, en el que nos habla de uno de los grandes males del ser humano en sociedad: el narcisismo.
‘Cultura, paisaje y diálogo’
Hace ya demasiado tiempo que nos perdimos en los espejos. Esos que siempre responden con la pregunta que les haces. Esos que nos encarcelan en nosotros mismos y destrozan cualquier posibilidad de auténticos diálogos. La anemia de la comunicación comienza cuando nos atiborramos de lo idéntico. Padecemos, en efecto, una sobredosis de arrogancia centrípeta. Todo ello cuando prácticamente todos las ciencias, la poesía y una pocas filosofías nos animan a la descentralización/desdramatización de tanta endogamia. Casi todas las religiones son también espejo. Más bien espejos trampa que, con el pretexto de aliviar la soledad, más que perdonarnos nos condenan a mayores dosis nosotros mismos. Puro monólogo pues.
Pero caben, porque se expresa por todas partes, otro tipo de comunicación.
Algunos vivimos insertos en la gran conversación de lo vivaz. No es mérito, ni capacidad extra de tipo alguno. Es pura suerte, acaso la que más cerca queda de aquello de estar en el lugar y momento oportuno.
Comienza cuando dudas de que seamos tan como mercaderes, periodistas, curas y políticos dicen que somos. Te desparramas, luego, por lo abierto y te alcanzan marejadas de sensaciones que invariablemente insinúan parentescos. Vínculos tan sencillos como fértiles, tan claros como silenciados. Las respuestas, de pronto, no son idénticas a las del manoseado narcisismo. Incluso el silencio mismo deviene en elocuencia. Hay lenguajes por todas partes dándole sentido a tus sentidos. Casi todos ellos convocan emociones desde el momento en que no es raro que alcancen la belleza que nosotros intentamos. También hay un descomunal reproche por el ilimitado naufragio de la humanidad en los espejos que ahogan a todo lo demás.
Sin excluir, claro, sino todo lo contrario, que hay otro diálogo mermado. Ese que se restablece cuando sacas a pasear a los libros por el paisaje que pueden llegar a ser tus ojos.
Por eso cabe plantearse si la violenta ignorancia que ocupa y destroza a lo idéntico y a lo diferente no tiene mucho que ver con los ombligos. Me refiero a que demasiados se consideran solo humanos y, claro, se interesan nada más que por su propia imagen atada a esos espejos, tan rotos.
GRACIAS Y QUE EL 2015 SEA MEJOR PARA TODOS
Joaquín Araujo