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Luis Eduardo Vivero: ‘¿Por qué meditar?

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El chileno Luis Eduardo Vivero comenzó a escribir relatos cuando era joven, pero fue hace unos pocos años cuando descubrió en ello una pasión, como también una forma de aportar a la sociedad. Desde entonces, este miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET) se ha dedicado a ello con devoción, y tiene en su haber varias obras de literatura infantil y cuentos para adultos. Os animamos a visitar su página oficial si queréis conocerlo mejor. Como aperitivo, os dejamos con un artículo titulado: ¿Por qué meditar?

¿Por qué meditar?

¿Te has preguntado alguna vez por qué meditar? ¿Ha llegado alguien a tu lado mencionándote lo positivo que ha sido en su vida la introducción de la meditación?

Hay un cuento zen en el cual un maestro de ese arte le sirve una taza de té a un visitante. Tranquilamente vierte té desde la tetera hasta que la taza se llena y comienza a rebalsar, luego de lo cual el maestro continúa sirviéndolo. Entonces su visita lo alerta de la situación, ante lo cual el sabio responde algo como lo siguiente:

Así mismo está tu mente, llena de pensamientos, ideas, opiniones y especulaciones. En ese estado, ¿cómo crees que puedes aprender algo nuevo o encontrar las respuestas que buscas?

Cuando lo leí capté la idea de inmediato, ya que muchas veces me había pasado que al tener muchas cosas en la mente es difícil ahondar o profundizar en un asunto específico. Es por eso que solemos cambiar de actividad luego de un par de horas; hacer ejercicio, beber un chocolate caliente, un helado o incluso tomar una ducha. De esa forma podemos continuar más frescos lo que sea que tengamos en mente, evitando darnos de cabezazos contra una pared, lo cual es inútil, por cierto.

Quiero evitar dar una definición exacta de lo que es la meditación, ya que cuando uno define algo, por un lado le otorga claridad y lo conceptualiza, pero también lo limita. Además cada meditador puede tener una visión un poco diferente y va cambiando con el tiempo y el desarrollo en esta área. De hecho, regar el jardín, pintar, escribir, poner los pies en el mar y mirar hacia el infinito pueden contar como meditación, ya que lo único que existe en ese instante es ya sea la conexión con la energía creativa o con la naturaleza. Algo muy similar sucede con las técnicas de meditación tradicional, en las cuales se crea un baipás a los pensamientos que atraviesan la mente, para lo cual el sujeto se concentra en la respiración.

Hace unos años atrás – mientras vivía en Costa Rica – intenté meditar con el fin de encontrar la tan anhelada paz interior. Intenté varias veces en una semana y no funcionó, así es que lo dejé de lado por un tiempo y continué mi camino espiritual yendo de la mano de terapias energéticas alternativas. Como suelo ser testarudo, volví a la carga seis meses después, con el resultado de que esa vez se me hizo fácil. Al parecer necesitaba corregir ciertas cosas desde el punto de vista energético y alimenticio para avanzar en esta área.

De esa forma fue que me encontré meditando al amanecer y disfrutando del proceso. Cada día que pasaba podía hacerlo unos minutos más sin desesperarme o abandonar. El asunto no es tan simple como decir voy a dejar de pensar por un rato, porque en la práctica salen a colación las preocupaciones, los anhelos y miedos, de tal forma que te enteras de primera fuente qué es lo que te quita el sueño.

Una vez que me sentí listo – por supuesto que no lo estaba me inscribí en un retiro de meditación llamado Vipassana. Consiste en un taller práctico que se realiza para aprender el antiguo método Vipassana, el mismo que utilizó Siddharta Gautama para convertirse en Buddha. ¿Te imaginas pasar diez días totalmente desconectado del mundo exterior, sin internet, celular ni comunicación con tu familia? Utilicé todas las vacaciones que tenía disponible y me dispuse a viajar hacia la zona de Pérez Zeledón, en donde se llevaría a cabo el retiro, en lo que alguna vez fueron las instalaciones de un monasterio católico.

Fue una experiencia increíble de la que no había previsto las dificultades, como tampoco la magnitud de los beneficios. Nunca imaginé que no disponer de la posibilidad de hablar con mis compañeros de la experiencia iba a ser tan complejo (estaba prohibido). Tampoco que la falta de escuchar música de mi agrado, rezar, cantar mantras y practicar yoga me dejarían contra la pared. Pero así fue y yo mismo me puse ahí, nadie me obligó. De todas formas y pese a los grandes retos que tuve que superar – incluyendo que pocos días atrás me había contagiado de dengue – la experiencia resultó ser mejor que cualquier expectativa que hubiera tenido.

El día en el cual regresábamos a casa – en el que estaba permitido hablar – se me hizo un poco difícil integrarme en las conversaciones, ya que sentía mucho ruido y perturbaba la profunda tranquilidad en la que estaba. En ese momento comprendí que había un mundo por descubrir en el ámbito de la meditación. A raíz de esta vivencia escribí el relato cortoVipassana – un viaje a las profundidades de la conciencia, en el cual pueden leer los detalles, el cual está disponible en Amazon y en PDF.

Hace poco asistí a un taller de meditación basado en Kundalini yoga. Los maestros en este arte dicen que el resto de los estilos que se practican están basados en Kundalini yoga. Como sea el caso, lo que me gusta de este tipo de yoga es que se enfoca en lo energético, poniendo el foco en limpiar y preparar los canales energéticos para que la energía de Shakti fluya libremente a través de los chakras hacia arriba – por el nadi Sushumna – con el fin de experimentar una conexión total con el universo. Con el tiempo y la práctica, esto llevaría al individuo a expresar todo el potencial como ser espiritual y humano. Es decir, las posibilidades son ilimitadas.

Si bien es cierto que llevo poco tiempo practicando Kundalini yoga, creo que es una herramienta que potencia el desarrollo espiritual de forma más potente que otras y he ahí su relevancia. Si no tenemos cuarenta o veinte años para irnos al Tíbet, o doce para pasar en India, esta disciplina puede sernos de mucha utilidad, ya que se dice que es desde cuatro a dieciséis veces más rápida y efectiva que las demás. Y lo mejor de todo es que le da la oportunidad al practicante comprometido con su desarrollo espiritual de experimentar su divinidad.

El taller mencionado anteriormente es parte de una actividad espiritual llamada Tour de los milagros, en honor a Guru Ram Dass - la cual fue organizada en Iquique por Yoga Bija. Ahí tuve la oportunidad de conocer a Gurubachan Singh Khalsa, probablemente el gurú de Kundalini yoga que tiene más influencia a nivel mundial. Me llamó la atención de forma muy grata que es una persona sencilla, que enseña y da explicaciones en esos mismos términos. Además tiene buen sentido del humor y le gusta disfrutar de lo que hace, por lo cual varias veces nos reímos y disfrutamos de sus bromas. Por supuesto, nunca imaginé que un gurú podría ser simpático, ya que el estereotipo que tenemos es de un tipo serio que medita en soledad. Lo que sí tiene como parte del estándar es el turbante y una tremenda barba que se hace notar.

Nos enseñó tres tipos de meditación, las que practicamos esa misma noche. Las pocas veces que he estado ante un maestro, sabio o gurú, me ha sucedido que los efectos de la práctica se ven aumentados por su sola presencia, y esto me pasó con él también. Su energía es riquísima y uno se siente muy bien cerca de él.

Esa misma noche aproveché de regalarle un ejemplar de mi último libro, Cuentos de una nueva era de luz. Fue muy lindo porque se sorprendió como un niño al ver el regalo, el cual se lo di firmado. Me agradeció por el libro y aproveché de pedirle que nos tomáramos unas fotos, a lo cual accedió de buena gana. Fue genial estar a su lado – mide poco más de dos metros de altura, así es que fue un abrazo de oso.

Existen otros tipos de meditación, como la chamánica, con tambores e instrumentos indígenas. También la dinámica de Osho, para quienes es todo un asunto permanecer quietos. La meditación Zen es muy conocida, aunque algunos dirían que sus efectos más poderosos se ven a largo plazo. Como sea, existe un estilo para cada persona y te animo a que encuentres el tuyo, ya que es una herramienta excepcional que se nos ha heredado como humanidad.

Pero si realmente quieres ir lejos, puedes conseguir el boleto de viaje por ti mismo, en la profundidad de tu ser.

Luis Eduardo Vivero

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