Manuel de Medio es periodista y miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET). Hace unos días, el escritor estuvo en Tarragona visitando a algunos miembros de la RIET y pudo disfrutar de una calçotada, una tradición muy extendida en las comarcas tarraconenses. De esa jornada festiva nace ‘Calçotadas’, artículo publicado originalmente en el diario ‘Viva Sevilla’, en el que Manuel De Medio nos explica su experiencia tanto gastronómica como emocional.
‘Calçotadas’
Son fértiles las tierras del noreste español. La Catedral Basílica Metropolitana y Primada de Santa María de Tarragona se encuentra enclavada en un terreno que antes fue templo dedicado al culto imperial romano (el templo de Augusto) y luego catedral visigótica y mezquita árabe.
El templo metropolitano acoge un grupo escultórico dedicado al Santo Sepulcro en piedra policromada que se esculpió en 1494. De estilo románico, el cuerpo de Cristo reposa sobre un sarcófago romano del siglo IV. Cuánta mezcla en tan poco espacio. Cuánta creación en tan escaso universo.
La sombra que proyecta la Catedral refresca las huertas que rodean la ciudad. En ellas, en estos campos, se cultivan los “calçots”. Una variante de cebolla.
Gracias a mi amigo Ángel Juárez, presidente de la Red Internacional de Escritores por la Tierra, he podido disfrutar de una “calçotada”. En una huerta que sirve como escuela de la naturaleza, donde los niños se inician en el arte de sembrar, tener paciencia y recoger los frutos.
Allí estaba dispuesto a bautizarme en el rito de mojar en salsa “slvitxada” el “calçot”, previamente cocido en el horno de leña. Rodeados de amigos que se esmeraban en guiarme en el complicado arte de engullir un “calçot” y no mancharse. Novato yo, que además iba con camisa blanca.
Risas y comunión entre un sevillano y gentes catalanas. Conversaciones que, a modo de un arqueólogo, me permitían bucear en esas vidas y descubrir antecedentes andaluces en todas esas existencias.
Animada reunión en la que de pronto aparece una musa de Dalí a lomos de un caballo blanco. Recuperas el gusto de hablar de poesía, polemizas sobre el nuevo periodismo, charlas sobre rallys o te remontas a tiempos de Pink Floyd y Sting. Lo mejor es que todas las conversaciones se interrumpen para escuchar “Europa”, de Carlos Santana, y un físico nuclear palmea la canción del “probe Migué”, de Triana Pura.
Cuánta ensalada en tan poca jurisdicción. Cuánta creación en tan escaso universo.
En el recuerdo queda un Día de Andalucía vivido en Cataluña.
Con gentes que siguen dándole valor a las palabras y al rito de conocerse haciendo más amplias las amistades.
No sé cómo agradecer a Ángel y a su mujer, Úrsula, estos días vividos en Tarragona. No sé cómo maldecir a los que de un lado o del otro intentan separarnos y no permitir que todos podamos experimentar lo vivido ese fin de semana en la ciudad imperial de Tarraco.
Deberíamos aprender de nuestras catedrales y cobijarnos en sus sombras para refrescarnos.
Manuel de Medio