La vida de Patricia Campos (Onda, 1977) jamás ha sido sencilla, pero su espíritu de lucha y su admirable fortaleza le han servido para superar las dificultades y convertirse en un ejemplo para todos. Campos ha sufrido en sus carnes las penurias del machismo y la homofobia. ¿Su pecado? Ser mujer en un mundo tradicionalmente de hombres. ¿Su segundo pecado? Que eso no le importase lo más mínimo. Por eso ha sido pionera (más de una vez) y revolucionaria. Su vida ha sido una carrera de obstáculos que, hasta el momento, siempre ha sorteado con éxito.