Artículo de Óscar Molero, miembro de la RIET
“Mantener a una mayoría satisfecha es complicado pero tener a todos disconformes todavía era más difícil” En mala hora lo han conseguido. Parece como si lo hubiesen provocado, ¿verdad? Constantes despropósitos en sus llanas medidas y actitudes llenas de soberbia al menos así lo demuestran. No se asusten pero tampoco hubiesen imaginado, hace apenas semanas, que el “Congreso de los Disipados” sería asediado y que el índice del paro en España descifraría en su peso máximo autorizado con una tasa de bohemia al trabajo superior a los 6,2 millones de desempleados en pena.
Un país no puede sostenerse, en ningún caso, si casi un tercio de su población se encuentra con la imposibilidad de trabajar, con escasos medios y sin casa. Aunque esto se les enseña en la guardería de la política, por lo visto, y sin su basta, tampoco lo tienen recalcado en sus lógicas de sostenibilidad ni en sus taponados orificios solidarios. Tomar medidas populares para un común nunca resulta justo y menos aún si proceden y cesan, a la vez, de alguien que no justifica el medio para llegar a su fin y no padece la inmediatez ni el efecto del desespero. Está claro y comprobado que cuando la pastora alemana ladra, el caniche faldero se conmueve la colita y recoge sumiso sus “essess” a canto de misa. Esto está cociendo una salida de tiesto y huele a metedura de patita en orinal. La perrera nacional es tal que ya se muerde el bozal por no querer morir de rabia ni dar sed de vencidos.
No se asusten pero estamos a escasas semanas de una fractura que impedirá sin gritos una silla de ruedas y de prensa para tranquilizar el bloqueo común que acerarán las calles. El roído hueso quebrado, al toque de quedar sin calcio y no poder andar ni hacia atrás, provocará la fragmentación de la inestabilidad de una vez por todas. El deterioro de la paciencia ya toca a la puerta del remiendo pidiendo la devolución en bloque a golpes de impaciencia comprimida. La cadena de este montaje está a punto de desencadenar y acabar por no tener producto que recoger. Las clases sociales medidas a partir de la posibilidad económica están a punto de desconfigurarse a base de vueltas de revueltas. La información seguirá siendo el poder pero estará en manos de quienes cambien sin arrugarse las reglas y consigan humanizar las siglas del ego. La comodidad minoritaria tiene los días contados, el periodo de la indignación llega a su fin. Van a llegar decisiones que de un plumazo de firmas y de formas van a cerrar la recesión en una sesión. Seis cómodos no pueden vivir como dos reyes ni seis coma dos parados vivir.
¡Me quedo parao! Sois como dos…