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El patriotismo alemán del pacifista Bertolt Brecht en vísperas de la Gran Guerra

BERTOLT-BRECHT--644x362El autor pacifista y anti-fascista de «Madre coraje y su hijo» o «El irresistible ascenso y caída de Arturo Ui» no se sustrajo de joven al clima nacionalista y belicista que se apoderó de Alemania, y del resto de Europa, en los meses anteriores al estallido de la Primera Guerra Mundial en el verano de 1914. El célebre dramaturgo Bertold Brecht (1898-1956) tenía entonces 16 años. Y los versos que ya escribía, publicados en una revista literaria que editaba con sus amigos, llamaban a las armas a los hombres alemanes «de hierro y acero».

En el poema «1813», dedicado a la derrota de Napoléon y sus aliados alemanes en Leipzig por las tropas rusas, austriacas y prusianas, Brecht escribe: «Ahora, cien años después, de nuevo un mundo se ha levantado contra nosotros y estamos solos, así que lancemos una llamada del Báltico al Rhin para permanecer verdaderamente fuertes y unidos». Y le pide a Dios que les de, «en tiempos de guerra y peligro, hombres alemanes auténticos, de acero y hierro, como aquellos en la batalla de hace cien años».

El poema es uno de los dos, titulados «1813» y «1913», que el historiador Stephen Parker, de la universidad de Manchester, atribuye por primera vez a un Brecht adolescente en su biografía del autor alemán, «Bertold Brecht. A Literary Life». Se trata de la primera escrita en inglés, y será publicada por Bloomsbury en febrero. En ella, Parker, un especialista en el autor alemán, destaca el papel jugado por la belicosa teología protestante en la que creció Brecht.

«Dios, Kaiser y Patria»

El artista nació en 1898 en la localidad bávara de Augsburgo. Su madre practicaba un protestantismo devoto en una zona de mayoría católica, la fe que profesaba su padre. En ese entorno familiar, «el eslogan “Dios, Kaiser y Patria” [el lema Gott, Kaiser, Vaterland del Imperio Alemán] encapsula el tipo de nacionalismo que absobió Brecht en su infancia y juventud», nos explica Parker mediante un correo electrónico.

Por primera vez, este historiador ha atribuido estos dos poemas, publicados en la revista literaria «Die Ernte» (La Cosecha), mediante la comparación con el contenido del diario personal de Brecht, un método empleado anteriormente para atribuir obras no firmadas, como estos dos poemas, al fundador del histórico teatro berlinés Berliner Ensemble. «Estoy totalmente convencido de que él escribió estos poemas», afirma Parker, que se fijó en esta entrada en su diario en 1913, cuando Brecht tenía quince años, atribuirle el nostálgico poema sobre la batalla de Leipzig.

«Estoy totalmente convencido de que Brech escribió estos poemas», explica Parker

«Ayer envié el poema “Hace cien años”, que escribí por la noche, después me di cuenta de que faltaban varias cosas y que el título no estaba bien», recoge el joven Brecht en el diario que le acompañaría siempre. Este mismo método ha servido para atribuirle otras obras publicadas en «Die Ernte», la revista literaria que editó con sus compañeros de clase en 1913 y 1914, mientras la Europa a su alrededor se encaminaba cual zombie hacia la peor guerra conocida hasta la fecha.

El hallazgo de Parker no reescribe el pacifismo y anti-belicismo que transpira en la obra adulta de Brecht, pero sí ilumina de otra forma sus orígenes. Según explicaba Parker a «The Guardian», otros especialistas «han tenido dificultades en reconocerlos, en parte porque proyectan en el joven Brecht el cinismo amoral tan presente en su obra poética posterior». En cualquier caso, el entusiasmo con el que Brecht recibe la contienda desapareció rápidamente, a medida que muchos de sus compañeros de clase eran «tragados por el ejército».

Brecht alcanzó la fama durante la República de Weimar, cuando la crítica se fija en varias de sus obras e inicia su colaboración con autores como Kurt Weil. Su vinculación a la llamada «Nueva objetividad» que caracteriza el post-expresionismo alemán define la preponderancia caracterísitca del colectivo por encima del individuo. El triunfo electoral de Hitler en 1933 le empujó a exiliarse en Dinamarca, Suecia y en EE.UU., donde compareció como testigo ante la Comisión de Actividades Antiamericanas, que sospechaba de sus simpatías comunistas.

Munca tuvo el carné de comunista, pero estuvo muy influido por ciertas ideas marxistas. Durante la Segunda Guerra Mundial, su periplo apátrida continuó en la neutral Suiza, hasta que regresó a su país para crear su propia compañía de teatro, el Berliner Ensemble, establecida en 1949 en el Berlín Oriental.

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