Hoy publicamos el último artículo que el presidente de Mare Terra Fundació Mediterrània y de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET), Ángel Juárez, ha escrito en su blog ‘Reflexiones’. El escrito lleva por título ‘El infausto declive de la Dinastía Pujol’ y, como su nombre indica, trata sobre uno de los casos más sonados de corrupción que ha habido en Catalunya en los últimos tiempos: el de la familia Pujol.
‘El infausto declive de la Dinastía Pujol’
En Catalunya, Pujol es mucho más que un simple apellido. Es, en cierto modo, un título nobiliario. Y se respeta como el apellido de un emperador. Este estatus no se adquirió de un día para otro, sino que fue tomando forma a medida que la ‘Dinastía Pujol’ se iba haciendo más y más grande. Los catalanes, fueran o no de CDC, respetaban a los miembros de la familia. Y el líder de todos ellos, Jordi Pujol, no era un simple presidente. Se había convertido en un símbolo del pueblo de Catalunya.
Hemos llegado a un punto en el que es rutinario que en las noticias anuncien casos de corrupción que afectan a políticos de todos los partidos. Ahí están la trama de Gürtel, los ERE de Andalucía, las ITV o el Caso Mercurio y nombres como Bárcenas, Millet, Montull, Bustos… Pero el caso de Pujol (que nunca más será ‘molt honorable’) es totalmente distinto. Va mucho más allá de un simple caso de corrupción, porque los catalanes no dudaban de su palabra. Todos confiaban en su ética, valores y honor. Pero al final, como tantos otros políticos, nos ha fallado. Pensábamos que era especial, pero ha demostrado ser uno más. Otro garbanzo podrido de este asqueroso potaje.
Llevo días intentado algo, pero no lo consigo. Quiero llegar a imaginar qué puede pasar por la cabeza de una persona que es respetada por todos para que sólo piense en seguir enriqueciéndose, cuando hay niños cuyo único sustento se encuentra en comedores sociales. Me gustaría –pero no puedo- saber por qué una persona que lo tiene todo prefiere no declarar su dinero mientras su sucesor retira las ayudas que permitían a enfermos crónicos, personas de la tercera edad o discapacitados disponer de un asistente para ayudarles a pasar el día. ¿Cómo se puede engañar de manera deliberada a millones de personas (muchas de ellas, además, votantes)?
Lo intento y lo sigo intentando, pero soy incapaz de comprender cómo una persona que era puesta como un ejemplo de honestidad puede ser en realidad tan avariciosa. Mi cabeza no da para más. Y, en mi continua preocupación por el medio ambiente, si hay algo que realmente no puedo entender es por qué se vetaron informes del Departament de Medi Ambient que desaconsejaban la apertura de tres parques eólicos por razones ecológicas (que después, por cierto, acabaron llenando los bolsillos de algunos elegidos). Al final se ha caído la máscara: ni ética ni valores.
Lo peor del ‘Caso Pujol’ no es sólo el dinero, sino el gravísimo daño en términos de confianza. ¿En quién va a tener fe el pueblo de Catalunya cuando el gran tótem se ha caído y está hecho pedazos? Yo lo tengo claro. La única forma de acabar con todo esto es dar el poder a gente nueva, personas que nunca hayan tocado poder. Por eso, no me extraña que estén saliendo iniciativas de este tipo y que cada vez tengan más apoyo popular. Está todo tan podrido que o empezamos de cero o jamás saldremos de esta ciénaga, que cada día es más profunda.
Ángel Juárez Almendros