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Frei Betto: ‘El vice no es un adorno político’

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Frei Betto es un escritor, asesor de movimientos sociales, fraile dominicano y teólogo de la liberación. También es uno de las personas que forman parte del Comité Honorífico de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET). El brasileño nos envía este artículo de corte político en el que analiza la figura del vicepresidente de una nación. ¿Tiene más o menos importancia de la que creemos? El título del artículo, ‘El vice no es un adorno político’, deja clara la opinión de Frei Betto.

‘El vice no es un adorno político’

El PSB está en un dilema. Quería los votos de Marina Silva sólo para fortalecer la candidatura de Eduardo Campos a la presidencia. No contaba con la más improbable de todas las hipótesis de futuro: la muerte precoz del titular de la plancha. Ahora, el miércoles próximo, tendrá que salir del dilema: escoger a Marina u otro nombre que, en pocos días, atraiga a una parcela considerable del electorado.

¿El Vice es un mero adorno político? Por lo visto, no. En la historia política del Brasil muchos vices alcanzaron inesperadamente la titularidad.

Cuando el suicidio de Vargas, en agosto de 1954, su vice, Café Hijo, asumió la presidencia hasta noviembre de 1955, en que se retiró por motivo de enfermedad. En esa época la plancha no estaba cerrada. El elector votaba separadamente el candidato a presidente y no el candidato a vice.

Jango fue el vice de JK en 1955 y, curiosamente, obtuvo más votos que el titular (44.25% de votos para el vice y 35.68% para el presidente). Jango fue reelegido vice, esta vez de Janio Quadros, en 1960. Con la renuncia del presiente, en agosto de 1961, Jango ocupó su lugar hasta que fue depuesto, en abril de 1964, por el golpe militar.

Los vices durante la dictadura sí fueron todos meros adornos. Los civiles eran todos de Minas Gerais: José María Alkmin, vice de Castelo Braco; Pedro Aleixo, vice de Costa e Silva; y Aureliano Chaves, vice de Figueiredo. Médici y Geisel escogieron militares para vices: el almirante Rademaker y el general Adalberto Pereira dos Santos, respectivamente.

Si la muerte de Tancredo, en abril de 1985, hizo a Sarney presidente, la deposición de Collor en octubre de 1992 colocó en su cargo a su vice, Itamar Franco. Cardoso prefirió un vice del PFL (ahora DEM), Marco Maciel, en sus dos mandatos.

Lula, para simbolizar el pacto capital y trabajo, buscó un empresario, José Alencar, que acababa de abandonar el PMDB. Pensó en regresar, pero el PMDB, en la elección del 2002, apoyaba al PSDB. Entonces Alencar fue recibido en el PL. Y probó el buen sabor del poder, pues ejerció de presidente durante 368 días salteados.

El PT ni se plantea en serio la posibilidad de que Michel Temer sustituya a Dilma, así como Sarney vino a ocupar la presidencia en lugar de Tancredo Neves. El PMDB sirve de andamio al PT; pero quien tiene las riendas es el PT. El PMDB podría gobernar el Brasil sin el apoyo del PT, como hizo Sarney. Pero el PT necesita al PMDB como fiel de la balanza de su mantenimiento político.

Como se ve, el vice, del latín vicis (vuelta, cambio, sustitución), es un cargo para ser tomado en serio. El destino es implacable y el futuro sólo le pertenece a Dios.

Frei Betto

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