Tania Angelats es poetisa y forma parte de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET). Definiéndose como una “cuerda alocada y una romántica empedernida”, Tania Angelats, nacida y residente en Girona capital, nos deleita con su primer libro de poesía; ‘Oxígeno’. A su temprana edad de veintitrés años, no sólo es la autora sino la editora del mismo. Hay quienes dicen que Tania se ha equivocado de época, de siglo. Que vive reencarnada en un poeta de finales del siglo XVIII, en pleno apogeo del Romanticismo. A sus siete años escribió su primer poema, desde entonces no ha dejado de escribir.
‘Oxígeno’ es una selección de ciento cinco poemas escritos durante más de diez años. En él podemos encontrar una amplia variedad de temáticas: el amor más puro, dolencias y enfermedades, el sufrimiento más atroz, reivindicación social y muchas otras más. A continuación os dejamos con dos de sus composiciones: ‘Olvidarte es pecado’ y ‘En la sala de espera’.
‘Olvidarte es pecado’
Creo que me medio enamoré de ti
Digo creo por no decir firmemente
Y digo medio por no decir para siempre.
Lo quiera o no, te amo más que a mi yo
Por más que me indigne jamás diré adiós
Volverás una y otra vez
Y seguiré sin aprender a decir “no”.
Ni me he estancado ni respiro del pasado
Tampoco es que no acepte no haberte enamorado
Sino que solamente, olvidarte es pecado.
Amor puro, absoluto, absurdo; lo asumo
Pero mi pecho sigue por ti dando tumbos
Eso si, medio moribundo
Por desconocer si me quieres un poco.
Pero qué importa si mi olor aún te provoca
Que imagines mi boca al besar a otra,
Soy yo la que por ti se ha vuelto loca.
Te pienso y entro en trance
Y esto no hay quien lo cambie,
Si no eres tú no quiero a nadie
Aplaudiré al dolor mientras tu nombre se llame.
Te perdono lo imperdonable hoy y mil otras veces
Te lo debo por quien fuiste y eres
Porque por ti soy a grandes creces.
‘En la sala de espera’
Radia la tristeza en la sala de espera,
Sombrero que cubren ideas suicidas
Pañuelos que acarician dudas
Almas de alegrías, reducidas.
Radia la tristeza en la sala de espera,
Miradas inundadas de porqués
Manos meciéndose en el vaivén del no saber.
Cabezas que ya no pisan peluquerías
Tanto o más lustrosas que la brillantina
Pero estáis todas tan bonitas…
Veo rostros debilitados por la mala suerte
Miedos que llevan a Esperanza como apellido,
Algunos vocean que están al final del camino
A un solo paso de que termine este suplicio.
Miro a mi madre, sonrío y le digo;
Se paciente, ya falta poquito
Yo estoy aquí contigo.
Radia la tristeza en la sala de espera,
Hay un hombre en la esquina
Que se retuerce por no tener compañía.
Otro que sonríe como si fuese su último día,
Una mujer buscando un porqué en cada silla
Y una niñita que espera a papá junto a Melancolía.
Es curioso ver a todos los asistentes
Refugiándose entre líneas y papel,
Diarios y libros, que distraen explicaciones y porqués.
Queman pieles para despistar la muerte
Algunos se salvan y otros no tienen tanta suerte
Definen la enfermedad como una lotería;
Así se le llama ahora perder de vista la alegría.
Sentada en la sala de espera
Gritan tu nombre y mi latir se paraliza
Eres tan mía que te irradian a ti
Y parece que queman el alma mía.
Bullen las ansias de verte aparecer
Sabiendo que una sesión más salva tu piel
La espera es ahora antónimo de miel.
¡Ahí estás! Qué alegría salir de esta pesadilla
Vámonos a casa,
Sra. Joana Herrera Padilla
Tania Angelats
