Antonio Rubio Requena es biólogo, profesor y uno de los miembros más activos de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET). En su nuevo artículo, ‘Generación Bam-Bam’, Rubio nos habla del cambio de paradigma que se está produciendo en la sociedad actual, y del rol que los jóvenes tienen que desempeñar para cambiar el destino de un país que no está atravesando por sus mejores momentos. Como siempre, un escrito muy interesante.
‘Generación Bam-Bam’
“La sabiduría es hija de la experiencia” es un aforismo atribuido a Leonardo da Vinci, aunque sospecho que no fue el primero en decirlo. De lo que no tengo duda es de que el sabio es aquél que conoce y domina el medio en el que vive. Esto tiene sentido biológico y no se cumple sólo en las sociedades humanas, también lo hace en las animales. De ahí que los sabios hayan sido siempre los mayores, los individuos de más edad de la tribu, los de más experiencia. Y por eso tenemos tan arraigadas en nuestras conciencias sociales las virtudes de la gerontocracia, del gobierno/dirección de los viejos en nuestros asuntos.
Pero el tsunami de las nuevas tecnologías de la comunicación, con internet y las redes sociales a la cabeza, ha cambiado el paradigma. Ahora, los sabios, los que conocen y dominan el medio en el que vivimos, los mejor adaptados a ese medio, son los jóvenes. Es un salto evolutivo más en nuestra separación cultural del resto de las especies.
La red ha dado la vuelta a la tortilla en muy pocas décadas y es difícil digerirlo. El sabio ya no es el viejo. El nuevo sabio es el joven integrado. Y el viejo tiembla amedrentado ante lo desconocido porque la experiencia de lo vivido en el pasado ya no es aplicable al presente. El Consejo de Ancianos se queda sin argumentos.
De esto no quieren darse cuenta nuestros dirigentes, que siguen proponiendo modelos de gobierno anclados en el tiempo: nos siguen amenazando con la venida del caos si no seguimos sus normas (porque no entienden los nuevos formatos); nos siguen intentando dominar con el miedo (cuando sabemos que el miedo es suyo, que su rechazo al cambio no es más que su propio temor insolidario a perder su estatus); nos advierten de que nos están engañando (porque en su fuero interno nos siguen considerando inferiores, incapaces de distinguir la verdad de la mentira); siguen pretendiendo desbancar una idea descabezando al líder que la propone (nada que me recuerde más a las falacias de las antiguas películas de indios y vaqueros en blanco y negro: muerto el jefe, la tribu se rinde).
Pero la tribu ya no se rinde. La tribu está informada y los ciudadanos aprendemos unos de otros continuamente en las redes: debatimos, proponemos, reflexionamos, hacemos crítica, nos solidarizamos…y ya no nos la dan con queso.
El hijo de Pedro Picapiedra, Bam-Bam, estaba dotado de una fuerza extraordinaria. Recuerdo unas imágenes en las que Bam-Bam cogía a Dino, el dinosaurio mascota de la familia, y lo volteaba por los aires. No puedo evitar pensar en estas imágenes cuando veo a los jóvenes comprometidos de la España de hoy voltear por los aires, a golpe de sonrisa, a los viejos dinosaurios de la política. Parece que la paleontología se equivoca y los antiguos saurios sí conviven con el sapiens.
Yo, que ando ya tiempo viviendo debajo de las canas y empiezo a plantearme que la falta de reflejos aconseja el relevo en la conducción del coche; yo, que sigo temiendo más a las corbatas que a las coletas, rompo una lanza, rompo cien lanzas, por estos jóvenes sabios. Ojalá que su proyecto triunfe y consigan, por fin, el cambio necesario.
Fin de la cita.
Antonio Rubio