Ya tenemos aquí el artículo quincenal de Ángel Juárez, el impulsor y presidente de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET) y de Mare Terra Fundació Mediterrània. En su nuevo escrito, titulado ‘Cuando estábamos domesticados (y no lo sabíamos)’, Juárez reflexiona sobre los inicios de la crisis, cuando aún no existían movimientos como Podemos o la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, y sobre cómo ha cambiado el compromiso social durante todos estos años.
‘Cuando estábamos domesticados (y no lo sabíamos)’
Permitidme que eche la vista hacia atrás y recuerde algunas iniciativas surgidas en los últimos años cuyo germen es el hartazgo social producido por la crisis económica, la corrupción política y el resto de basura que todos conocemos de memoria. De aquellos polvos, estos lodos. Porque sin esa frustración social, hoy no existirían Podemos, ni Guanyem, ni la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. El concepto ‘dación en pago’ nos sonaría a chino mandarín. El Movimiento 15-M no habría pasado de anécdota. A Pablo Iglesias sólo lo criticarían sus alumnos de la Universidad Complutense (al menos los suspendidos) y nadie se hubiera planteado cuestiones como la supresión del Senado u obligar a los miembros de la Casa Real a publicar sus cuentas.
Y ahora permitidme (si no es mucho abusar) que eche la vista todavía más atrás. Viajemos juntos al inicio de la crisis, cuando Podemos, Guanyem o la Plataforma de Afectados por la Hipoteca todavía no eran ni una idea. En aquel tiempo, en aquel lugar, empezaban a vislumbrase brotes negros. Y ya nos olíamos que los platos rotos no irían a cuenta del banquero o el político de turno, sino de las clases más desfavorecidas.
Fruto de aquellas impresiones (que acabaron siendo ciertas), desde Mare Terra Fundació Mediterrània y la Coordinadora d’Entitats de Tarragona, entidades que presido, pusimos en marcha un grupo en Facebook llamado ‘¡Basta ya!’, con el objetivo de que todo el mundo pudiese denunciar los abusos de la ‘casta’ (otro concepto, por cierto, que nos sonaría a chino si no fuese por la crisis). El experimento fue un éxito. Antes de que la gente pudiese movilizarse en círculos, en ‘¡Basta ya!’ (que todavía está activo), quien quiso pudo quejarse, buscar consuelo, criticar, exponer soluciones…
Con el tiempo, he comprendido que aquel grupo fue mucho más importante de lo que pensé cuando lo activamos. Porque gracias a esta comunidad, fueron muchos los que entendieron que todo era una gran mentira y que este sistema estaba dando sus últimos coletazos. Desde entonces han pasado seis años. Y las mejoras han sido evidentes. La presión social ha posibilitado situaciones que antes eran impensables, como un rey pidiendo perdón al pueblo, políticos de renombre entrando en prisión, o movilizaciones multitudinarias para pedir mejoras.
El grupo ayudó a muchas personas a entender que no podíamos seguir siendo ‘gente’, ‘masa’ o ‘números’, sino ciudadanos. Podemos decir, por consiguiente, que hemos madurado como sociedad. Poco a poco, hemos ido mejorando respecto a lo que éramos en 2007: más comprometidos, más responsables, con menos miedo a los poderosos y convencidos de que tenemos la fuerza de cambiarlo todo. Habíamos perdido la conciencia de lo que significa vivir en sociedad, y por fin la estamos recuperando.
En mi opinión, es precisamente ahora cuando hay que incidir en la necesidad de seguir luchando. Porque no será la primera vez en que una sociedad viva y luchadora se acaba aborregando. No debemos olvidar que en la época de bonanza económica consentíamos la corrupción política como algo aceptable dentro del sistema. Seamos realistas: cuando la mayoría de ciudadanos tenían dinero en el bolsillo, el compromiso social era prácticamente inexistente.
Si algo hemos aprendido en estos terribles años es que debemos estar juntos en los malos tiempos, pero también en los buenos, y que nuestro compromiso social, como el amor, debe regarse cada día. Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Por el bien de todos, espero que como sociedad, cuando tengamos la piedra enfrente de nuestras narices, no nos ceguemos y seamos capaces de esquivarla.
Ángel Juárez Almendros. Presidente de Mare Terra Fundación Mediterrània y de la Red Internacional de Escritores por la Tierra