El cirujano dentista, escritor y miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET), Ernesto Sosa Rocha, sigue comprometido con el respeto por el medio ambiente. En su último artículo, analiza uno de los grandes peligros para nuestro amado planeta que desgraciadamente se ha puesto muy de moda: el fracking. Todo lo que hagamos para pararlo, será bienvenido.
‘Las mayores amenazas del fracking’
El fracking, también llamado fracturación hidráulica, es el procedimiento basado en la inyección a presión de agua y químicos en pozos perforados. Es usado para agrandar fracturas terrenales y así facilitar la extracción tanto de gas shale como de petróleo.
Este procedimiento intrusivo ha afectado tanto el medio ambiente como a numerosos grupos sociales. Expertos de la Alianza Mexicana contra el fracking han enumerado algunos de los grandes perjuicios de esta práctica, como un recordatorio sobre por qué no debe permitirse:
Impacto en el agua: dado que se hace uso de grandes cantidades de agua (entre 9 y 29 millones de litros de agua), el fracking provoca la contaminación de aguas residuales, las cuales pueden activar fallas que ocasionan actividad sísmica hasta en regiones consideradas aisladas, sin mencionar el despojo territorial para la exploración y extracción de petróleo ya que en 1 año un pozo puede estar dando la mitad de lo que originalmente daba, produciendo la búsqueda una nueva inversión.
Cambio climático: el impacto negativo de este procedimiento induce la erosión del suelo, la contaminación ambiental y así, el cambio climático. Las fugas de gas metano cuentan con 25 veces más potencia como gas de efecto invernadero que el dióxido de carbono y, en consecuencia de la contaminación, genera afectaciones a la salud como problemas respiratorios e incluso cáncer.
Sismos: está documentado cómo en las zonas donde se aplica el fracking se generan, casi siempre, inéditos temblores en la zona.
El fracking está generando desgastes tanto en los minerales de la tierra como en los sistemas acuíferos subterráneos, teniendo costos altos en la sociedad y en el medio ambiente.
En México con la aprobación de la Reforma Energetica, publicada hace unas semanas, se ha asegurado una lamentable promoción al fracking en México. El fracking es una técnica de extracción de gas shale, que se alcanza inyectando al suelo al menos dos mil quinientos compuestos químicos, mezclados con descomunales litros de agua, para quebrar las capas de la tierra, y así liberar el energético.
La descripción anterior, e incluso de alguna manera, hasta la fonética de la palabra, remite justo al daño provocado con este método. Quebrar las capas de la tierra pareciera una medida hecha por algún enemigo del planeta, y así parece serlo (no es necesario ser experto para intuir que esas capas deberán reestructurarse o que los residuos en el subsuelo tendrán efectos).
Previo a la aprobación de la Reforma Energética, el colectivo Alianza Mexicana contra el Fracking, por una solicitud de información de transparencia, encontró que Pemex (la empresa petrolera paraestatal) había construido 20 pozos de fracking para hacer pruebas: 16 en Tamaulipas y otros cuatro en Nuevo León. Pero con la nueva enmienda se prevé que esta cantidad aumente exponencialmente.
Te presentamos las zonas candidatas, según un reporte de la consultora Advanced Resources International, a ser los escenarios de los nuevos pozos, que abarcan al menos cien municipios de siete estados.
Las regiones mostradas en el mapa inferior son las que albergan gas shale. Están comprendidas por 1) cierta región de Chihuahua, 2) La cuenca de Sabinas- Burro – Picachos, 3) La Cuenca de Burgos, 4) Tampico- Misantla, y 5) Veracruz.
Los siete estados de la república que abarcan esta zona son: Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas, Nuevo León, Veracruz, Puebla y Oaxaca. Los primero cuatro, por cierto, sufren una notable insuficiencia de agua, por lo que se teme que crezca la escasez de agua por las enormes cantidades del líquido que demanda el fracking.
Algunos científicos en Estados Unidos han organizado a ciudadanos para que monitoreen el aire de zonas habitadas cercanas a pozos de gas shale. Así es posible medir los niveles de químicos en el ambiente sin que las pruebas dependan únicamente de las visitas de los científicos. Los resultados han sido entregados a investigadores como David Carpenter, de la Universidad de Albany en Nueva York.
Carpenter denunció recientemente en The Independent que las muestran reflejan la presencia de niveles de benceno, formaldehido y sulfuro de hidrógeno muchas veces por arriba de los límites tolerados en la contaminación del aire en Estados Unidos. Los niveles fueros registrados en zonas residenciales cercanas a pozos de extracción de gas shale. Estos componentes son cancerígenos.
Antes se había probado que los pozos contaminaban los mantos freáticos y las aguas próximas al lugar. Sin embargo, la regulación con respecto al aire era muy laxa, incluso en Estados Unidos. El hallazgo figura como uno de los argumentos más contundentes para la lucha de la sociedad organizada contra esta perniciosa técnica, pues aunque también se ha probado la presencia de inusuales temblores en los sitios adyacentes a los pozos, en realidad esa prueba no se ha tomado en serio desde el poder político, por la supuesta falta de una relación convincente.
Las muestras del aire en 11 sitios de fracking variaron desde 35 hasta 770 mil veces más de presencia de químicos que los niveles anteriores a la perforación. La exposición al benceno en un sitio en Wyoming, por ejemplo, equivalía a vivir 2 años en Los Ángeles u 8 meses y medio en Pekín. Los niveles de sulfuro de hidrógeno, un irritante respiratorio, iban de 90 a 60 mil veces más que los registrados inicialmente.
“Algunos niveles de benceno eran de 30 veces las concentraciones que se pueden encontrar en el aire en una gasolinera cuando se llena el tanque de un vehículo”, explicó Carpenter.
Con estos hallazgos la legislación en el Reino Unido será endurecida y las empresas deberán recolectar sus gases residuales en lugar de liberarlos a la atmósfera, pero en Estados Unidos no se ha dicho nada al respecto, y tampoco en Latinoamérica. Mientras saltan cada vez más pruebas fehacientes del perjudicial fracking los políticos de algunos países siguen apoyando esta técnica que, además, contribuye al calentamiento global por la liberación de gases de efecto invernadero.
Ernesto Sosa Rocha