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Joaquín Araujo: ‘Esas plantas’

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Joaquín Araújo es un conocido naturalista, periodista, escritor, director editorial y miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET). En su artículo de hoy (publicado originalmente en su blog del diario ‘El Mundo’),Araújo nos hace una reflexión sobre el papel de las plantas en el desarrollo de la vida.

‘Esas plantas’

Comparto con casi todos la admiración por lo abstracto y simbólico. Esto que ahora mismo me pone en contacto con los lectores de este blog solo es posible por el espectacular despliegue de esa capacidad, solo humana, de que un trazo, casi siempre de negro sobre blanco, se convierta, sucesiva y coordinadamente, en palabra, concepto, imagen. Por si eso fuera poco las palabras tienden puentes que intentan, aunque pocas veces lo consiguen, llegar a la orilla de la comprensión. Falta mucho para que seamos capaces de entender todo lo que encierra un escrito o una conversación. En cualquier caso el lenguaje es nuestro mundo. Un mundo que demasiadas veces nos saca del entorno, de lo que vive Olvidamos, por el contrario, lo mucho que dice el derredor palpitante. Ese que nos permite vivir y expresarnos con palabras.

Como las plantas, por ejemplo.

Decía Apollinaire que la única libertad posible era la de la vegetación. Seguro que de inmediato, todos los apóstoles de que ese supremo bien es únicamente humano o de que somos sus inventores, considerarán esa frase un claro surrealismo. Sin duda es literariamente hermosa pero además una evidencia científica. Corroborada por la palabra autótrofo que le damos a los vegetales y que identifica a los seres vivos que se alimentan a sí mismos. Comen luz, que por cierto nos alcanza en una proporción 1.500 veces superior a lo que toda la Biosfera – nosotros incluidos- necesitamos para cumplir todos nuestros propósitos.

Las plantas son el mejor ejemplo de hacer mucho con pocos elementos. Agua, tierra, media docena de minerales y la mencionada lluvia de fotones. Nosotros somos el caso opuesto. Con mucho, es decir con la multiplicidad de la vida, hacemos unas pocas mercancías a las que consideramos algo propio cuando son ellas, casi siempre, las que nos poseen a nosotros.
Todos los demás seres vivos somos dependientes, no es exagerado decir parásitos, del verde que crece.

Si bien lo cuantitativo nos extravía recordemos que el 99,5 % de lo que puebla este mundo son plantas.

Esas quietas plantas, domeñadas o no, permiten todo lo esencial: desde respirar, comer o beber hasta el pensar y usar palabras.

Acaso no sea mala práctica, sobre todo cuando los herbicidas, el urbanismo descontrolado o los incendios convierten el verde en gris, acordarse de que nuestro portentoso poder y nuestra refinada creatividad serían imposible sin las hojas de hierbas y árboles, prodigio donde los haya de la historia de la vida. Porque las hojas son, a la vez, ojo, boca, estómago y comida de lo que todo lo mantiene en este mundo.

Lo coherente, realista y hasta humilde sería reconocer que somos porque las plantas nos consienten.

GRACIAS Y QUE LA VIDA OS ATALANTE

Joaquín Araújo



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