Frei Betto es un conocido escritor, fraile dominicano, teólogo de la liberación y miembro del Comité Honorífico de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET). Su último artículo (publicado originalmente en la revista digital Cuba Debate) lleva por título ’En todo hay política’. Se trata de una reflexión sobre la política y su continua presencia en nuestras vidas y en nuestro día a día, motivo por el cual debemos tomárnosla en serio.
‘En todo hay política’
Estamos en año electoral. En octubre elegiremos alcaldes y concejales. Aunque algunos no quieran saber de política conviene recordar que en todo hay política. No todo es política, pero la política está en todo. Por ejemplo una pareja en su luna de miel no es necesariamente una cuestión política, pero la calidad del hotel en que se hospedan tiene que ver con la política. Mi bisabuelo de 98 años puede que no tenga la menor idea de que la calidad del café matinal que toma tenga que ver con la política, pero lo tiene.
La política es un machete de dos filos, como se dice en Minas Gerais. Sirve para oprimir o para liberar. Es como la religión, que también sirve para oprimir o para liberar. Fue un error de cierta tradición marxista el afirmar que toda religión es alienación, hasta que de pronto se descubrió que la religión también era un instrumento de liberación. No soy yo quien lo dice sino Federico Engels (compañero de Carlos Marx en la composición de El Capital), en un librito que el mundo socialista apenas ha divulgado, titulado Cristianismo primitivo.
Fidel Castro le regaló al papa Francisco, en setiembre del 2015, cuando éste visitó Cuba, el libro Fidel y la religión, en el que un jefe de estado de un país comunista habla positivamente de la religión. Este año dicha obra será reeditada en el Brasil.
Entre otros muchos ejemplos de que todo tiene que ver con la política, uno de los más curiosos es éste: diciembre recuerda el número 10, noviembre el 9, octubre el 8, y setiembre el 7. ¿Y cuántos meses tiene el año? Doce. Ahí está la política: el año tenía diez meses. El emperador Julio César llamó a los astrónomos del imperio y les dijo: “Inventen un mes en homenaje a mí”. Ellos cavilaron e introdujeron en el calendario el mes de julio. Al morir Julio César le sucedió el emperador Augusto, que también llamó a los astrólogos y les dijo: “Si Julio tiene un mes con su nombre, yo también lo merezco”.
Y como las órdenes imperiales son órdenes imperiales y nadie quiere acabar con la cabeza cortada, ellos añadieron el mes de agosto. Pero muertos de miedo, le presentaron al emperador un problema cronológico. Existe una alternancia de días en cada mes. Enero tiene 31, después 30, 31, 30, y julio y agosto son los únicos dos meses del año con 31 días seguidos. ¿Cómo fue posible tal artimaña? Por órdenes imperiales. “Arréglenlo”, dijo Augusto. Y los astrónomos lo arreglaron quitando un día de febrero.
Podemos no saber que la política está en todo, pero lo está. Porque el ser humano no ha inventado -y creo que no lo inventará- otra manera de organizar su convivencia social si no es mediante la política.
Hoy día muchas personas, sobre todo jóvenes, están enemistadas con la política, porque miran los noticieros que hablan de corrupción, de robadera descarada, nepotismo, fisiologismo, etc. Pero yo siempre les recuerdo: quien tiene aversión a la política acaba siendo gobernado por quien no la tiene. Y precisamente lo que desean los malos políticos es que se mantenga esa aversión, para que se queden ellos con la mayor tajada.
¡Acuérdense de esto! Cuando usted o sus amigos digan: no quiero saber de política, no iré más a votar, voy a anular mi voto… le estarán haciendo el juego a los malos políticos. Quien se inhibe está dando un cheque en blanco a la política que predomina en el país.
No existe neutralidad política. Existe una falsa idea de neutralidad. Pero de algún modo cada persona interviene en la política del país, para bien o para mal.
A fin de cuentas ninguno de esos señores o señoras que ocupan el Congreso Nacional, en Brasilia, ha entrado por la ventana. Todos entraron a través del voto de los electores. Entonces la cuestión también consiste en analizar por qué los electores votan mal. A causa de la política. Porque vivimos en un mundo en el que la política está controlada por una minoría. Y el Brasil no es la excepción. Pero ésa es otra historia y tiene nombre: reforma política.
Frei Betto