Joaquín Araújo es un conocido naturalista, periodista, escritor, director editorial y miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET). En su artículo de hoy (publicado originalmente en su blog del diario ‘El Mundo’) nos vuelve a invitar a una reflexión sobre nuestro entorno y sobre aquellos rincones olvidados a los que volvemos en vacaciones: las zonas rurales. Joaquín reivindica a la Cultura Rural como artista de ese paisaje junto con la naturaleza misma.
“Ahora, en vacaciones”
Demasiadas veces, casi siempre, se aprecia lo básico como superfluo; lo grande cómo pequeño; lo de fuera como recluido; lo que merece consideración como despreciable. Formidables extravíos se encadenan a lo que algunos llaman sector primario y otros, los menos, Cultura Rural. Así, en efecto, con mayúsculas. Con respeto a lo esencial.
El principal vínculo apreciado por la mayor parte de la población entre la cultura urbana y la rural es a través de asomos, cada día más fugaces. Ni siquiera se les suele regalar y regalarnos con una lenta contemplación. Acaso, mi ingenuidad no tiene límites, alguno se anime a remediarlo al leer esto. Poco más o menos todo queda miniaturizado o reducido a un disfrutar de un puñado de novedades, eso sí a toda velocidad y si no exige mucho esfuerzo. Quedan relegadas a poquísimos las bellas panorámicas, de los lugares con profundidad y amplitud suficiente como para que la mirada pueda divagar por ellos. Pero debería tratarse también de acordarnos de los que han participado en su estar ahí y de que esos derredores sean como son. De que, cuando nos estemos alimentando, algo nos movilice a la consideración de los ingentes y escasamente compensados esfuerzos por conseguir que las fuerzas naturales se encaucen hacia el crecimiento de las especies domesticadas. Sin descartar lo mucho que hemos heredado para que sean posibles nuestras actuales formas de producción, conocimiento, salud, creatividad y hasta de expresión.
La Cultura Rural ha producido infinitas obras de arte. Para empezar todas y cada una de las piezas primeras de la totalidad de las artesanías. Pero si algo es base de la Cultura es la forma de vincularse a los demás. De ahí que todos las lenguas, festejos, canciones populares, las vestimentas, las formas de gobierno local y hasta la arquitectura rústica no dejen de ser creaciones trascendentales de la inteligencia humana con el mismo valor que cualquiera de las llamadas, siempre a favor de las jerarquías y de las elites, excelencias de genio creador humano. La artesanía parió al arte. Pero lo menos apreciado es el paisaje mismo. La práctica totalidad de lo que miren, sin ver, los ojos de 50 millones de turistas y unos 20 de locales tiene dos autores. La Natura, es decir el tiempo, el agua y la vivacidad, por un lado. Por el otro el sudor de 500 generaciones de campesinos.
Se les olvida que eso que ahora consiente y acoge el descanso de tantas personas, los paisajes que tienen a la Cultura Rural como coautora, insisto, son la manifestación cultural más vasta, antigua y necesaria de la historia de la Humanidad.
GRACIAS Y QUE EL PANORAMA QUE ACASO SE ANIMEN A CONTEMPLAR LES ATALANTE.
Joaquín Araújo