El pasado viernes fue un día muy triste ya que murió José Luis Juárez, delegado de Mare Terra Fundació Mediterrània en Andalucía y hermano del presidente Ángel Juárez. José Luis (conocido por todos como Pepe) era una persona entrañable y muy querida tanto por su familia como por todos los miembros de Mediterrània. Javier Cantón es tecnólogo, humanista y un buen amigo de Pepe, y ha decidido escribir unas líneas en las que comparte su dolor y reflexiona sobre qué se siente cuando un amigo se va para siempre. Gracias Javier por estas bellas palabras y un abrazo fuerte para Pepe, esté dónde esté…
‘Sobre la muerte’
Recientemente he perdido a alguien. Un buen amigo de mi padre, que he conocido desde que tengo uso de razón, y que me ha servido para conocer, al igual que con mi propio padre, las preocupaciones e intereses de la generación que me precedía. Su hijo José Luis también fue un buen amigo en diversos momentos, y tengo buenos recuerdos de esas temporadas que pasé con ellos en Córdoba, en edades adolescentes de descubrimientos y comienzos. Pepe era un buen hombre, padre, marido y abuelo que, por una serie de complicaciones médicas de una enfermedad harto conocida que ha actuado de manera fulgurante se nos ha ido demasiado pronto. Aún no se había jubilado. Iba a empezar a disfrutar de tiempo libre para dedicárselo a su única nieta, pero ya no podrán disfrutarse mutuamente Salma y él.
Por eso es un día muy triste para mí. Aunque ya no nos veíamos tanto como antes, seguía sintiéndolo como alguien muy cercano. Mis padres no habían perdido el contacto y seguían siendo buenos amigos, por lo que era habitual hablar de ellos cuando actualizábamos en nuestras conversaciones nuestras respectivas lista de contactos.
Escribo estas líneas porque al tener que viajar a Córdoba para despedirme de él, he tenido que dejar a mi hijo Leo en casa de sus abuelos y, al explicárselo, me ha preguntado que es la muerte. No es algo que le pille totalmente de nuevas, pues hay veces que ha preguntado si podía ver a algún artista en concierto y le he tenido que decir que no porque estaba muerto (como Michael Jackson), se ve que para él esto era simplemente una retirada de los escenarios (y algo de razón no le falta). Ayer tuve que explicárselo un poco más pero creo que, por mucho que lo explique, seguirá siendo esa sinrazón que es la muerte para el ser humano. No estamos hechos para pensar que todos morimos. Es más, estamos hechos para obviar esta gran verdad, vivir cada día sin pensar que puede ser el último, siempre haciendo planes para ponerlos en práctica algún día.
Es obvio que no somos más que carne y huesos, y que cuando nuestro cuerpo nos falla no podemos hacer nada, es el final. Pero lo que es difícil de entender, aún hoy que ya llevo unos cuantos fallecimientos a mis viejas espaldas, es esa rara sensación de saber que ya no vas a poder charlar con esa persona, que no vas a poder oír su voz, que no vas a poder verle gesticular, que no vas a poder charlar con él, que no vas a poder abrazarle, que no vas a poder oír su risa. Y caes en la cuenta del vacío que deja una persona en tu vida, por pequeño que pueda parecer. De la fragilidad de la vida humana. De la inevitabilidad de la muerte.
Todo esto trataba de explicárselo ayer a un niño de 4 años que pareció entenderlo. Que morirse es irse. Que es no volver a ver a alguien y tener que despedirse, aunque sea en silencio. Ya sé del consuelo que supone para muchos pensar que hay algo después, pero como no tengo fe, a mí no me sirve. Tampoco me gusta eso de postergar las cosas. Si hay algo después, que sea aquí, no en un sitio que nadie conoce ni ha vuelto para contarlo.
Me quedo con mis recuerdos, con mis emociones sobre Pepe, con las experiencias que he vivido a su lado, con la parte del mundo que he conocido a su lado, con la parte de él que se nos queda a cada uno de nosotros. Y le explico a Leo que nosotros seguimos aquí, aunque algunos seres queridos se nos vayan y que nosotros nos quedamos aquí porque seguimos vivos por ahora, y que por eso tenemos que disfrutar cada momento y querernos mucho, y disfrutar del tiempo que se nos ha dado. Porque esa es la parte que quedará de nosotros en los demás cuando nos hayamos ido.
Como dijo el poeta: “huele las flores mientras puedas”. Un abrazo, Pepe.
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Javier Cantón