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“Personas de riesgo”, Jaime Correa Deulofeu

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Sin mates radiofónicos, ni afónicos, llegamos al final del 2020 como todo el mundo, a dos aguas entre “penas y alegrías del amor”. Pena de ver lo que se ve, pérdidas, daños y alegría de seguir cumpliendo años.

No hace mucho, los mayores del pueblo eran las más honorables, aunque solo fuera por pintar canas. Hoy, gobiernos-estados, los consideran “personas de riesgo”. De riesgo serán algunos corruptos que nos gobiernan, o que nos desgobiernan, y que después pretenden escapar de la justicia.

La pandemia, el alto grado de contagio, etc., se suma a factores que desde hace mucho más de un año también se esgrimen para considerarnos un potencial peligro social. La idea de que los viejos ya no son útiles a la sociedad no es nueva, como el falaz argumento del “costo social” que implica mantenerlos sanos y activos.

La pandemia, el alto grado de contagio, etc., se suma a factores que desde hace mucho más de un año también se esgrimen para considerarnos un potencial peligro social.

Sin embargo hay otra razón que no se dice en voz alta: “los viejos”, sin saberlo todo, saben mucho. Desde siempre el conocimiento, la sabiduría, la experiencia, han sido factores inquietantes para iglesias, reyes, dictadores, poderosos, y extremistas de todo pelaje, quienes pretenden bunkerizarse y aprovecharse de la ignorancia del pueblo.

Los que nacimos a mitad el siglo pasado hemos visto tantas cosas, buenas y de las otras, que a más de uno fastidia e incómoda, en lugar de tratar por todos los medios de atesorar dicha experiencia y sabiduría. Sería una buena manera de mejorar la vida de los ciudadanos, disipar la tiniebla que opaca el horizonte de los jóvenes, ayudar a que no tropiecen con las mismas piedras que nosotros.

Las mascarillas, los encierros, las limitaciones en las relaciones, debilitan la categoría humana, de animal de compañía a personal de riesgo, hisopados sin anestesia. ¿Es esa la evolución de la especie de la que nos habían hablado?

“Si estos idiotas supieran, que yo soy el hombre más rico del mundo  así, viviendo de tus abrazos. Olvidaron que el hombre no es más que un hombre”  (Pablo López).

Según la ciencia, a medida que envejecemos nuestras neuronas, como la moneda de algunos países, se devalúa, se pierden. Producimos unas mil quinientas cada día, pero en el mismo período de tiempo perdemos unas diez mil. Proceso natural del envejecimiento por el que “hoy no soy el mismo de ayer”.

Por eso el 2020 no fue como el 19, ni será como el 21. Por eso,  hoy te quiero más que ayer, pero menos que mañana.

Junto a la del Covid, urge fabricar otra vacuna contra “la estupidez”. De lo contrario, pronto habrán de darnos, con el certificado de jubilación, un cartel para colocar en la tumba: “gracias por los servicios prestados”.

Vulnerables puede, ¿pero de riesgo? Nadie mejor que los mayores sabe cómo cuidarse, y valorar la vida, en su justa medida.

Convirtamos los desperdicios de este año, en compost, abono orgánico de calidad, para que en el 2021 pueda en él germinar la semilla de una nueva y mejor sociedad, donde ningún ser humano sea un riesgo, ni para otro ser humano, ni para la Madre Tierra.

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Jaime Correa Deulofeu

Artista patagónico. Profesor, poeta, pintor y naturalista.
Director del Centro de Arte Deulofeu.

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